Apunte

Hay partido

La política no es una serie de ficción. Es principalmente un equilibrio entre los partidos y en los partidos, suena poco espectacular, pero la realidad es que sin ese equilibrio es prácticamente imposible cualquier avance

Foto de familia del Gobierno de Pedro Sánchez con los nuevos ministros

Foto de familia del Gobierno de Pedro Sánchez con los nuevos ministros / DAVID CASTRO

Olga Ruiz

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La política española no es una serie de ficción, por mucho que intentemos buscar paralelismos constantes. Puestos a ser, entre el ideal de servicio público impoluto que nos gustaría y el nido de víboras insensibles que injustamente proyectamos, hay un sinfín de matices que poco tienen que ver con gurús, jugadas maestras y estrategias sacadas de la cabeza de Aaron Sorkin o Eik Benzekri, flamantes guionistas de 'El Ala Oeste de la Casa Blanca' y 'Baron Noir' respectivamente.

La política es principalmente un equilibrio entre los partidos y en los partidos, suena poco espectacular, pero la realidad es que sin ese equilibrio es prácticamente imposible cualquier avance. Lo estamos viendo en los últimos meses, el equilibrio entre los partidos ha sido dinamitado. La oposición también intenta hacer equilibrios entre los suyos, a costa de mimetizarse con otras opciones políticas. El debate es tan superfluo y poco constructivo que hasta comer más o menos carne se ha convertido en una cuestión ideológica. También ha colaborado el propio presidente, con una respuesta tan poco afortunada como innecesaria. No ha habido debate sino club de fans.

El segundo equilibrio es tan o más importante que el primero, el equilibrio interno de los partidos es un rompecabezas capaz de catapultar o hundir a cualquier líder que se precie. Tenemos ejemplos recientes y la carrera electoral hacia el 2023 podría dejarnos alguno más.

Pedro Sánchez ha interiorizado que no hay candidato sin partido, por mucho que el candidato sea el presidente del Gobierno y ha decidido poner fin, esta semana, al entuerto más envenenado de su carrera política: la ausencia de PSOE, orgánica e ideológicamente hablando, en el primer tramo de su mandato. 

El cambio de ministros hay que interpretarlo decididamente en clave interna, es ahí donde ha supuesto una auténtica revolución que no cabe esperar en el día a día del Gobierno. La decisión la ha tomado el Secretario General del PSOE, no el presidente del Gobierno y el seísmo ha hecho tambalear todo menos las siglas del partido, lo único que necesitaba mantenerse en pie.

El mensaje es claro y contundente: Hay partido

El momento escogido por Sánchez no es casual, como no suelen serlo ninguna de sus decisiones: estamos en el ecuador de la legislatura y Susana Díaz está totalmente desactivada. Ahora sí, Sánchez puede enterrar el hacha de guerra con aquellos que dejaron de apoyarle en la época del fratricidio.

Perdono a mi partido, parece decir Sánchez, mientras abre la puerta grande a algún que otro hijo pródigo.

La decisión más comentada es la más lógica, el equilibrio interno requiere eliminar cualquier pieza desequilibradora, no es ningún secreto que Iván Redondo lo era. 

Los ceses de Ábalos y Calvo son aún más pragmáticos, no se puede ganar unas elecciones luchando contra una parte de tu potencial electorado. 

La política y sus equilibrios, hay que reconocer que el tema da para una serie.