Relaciones sexuales

Cultura de la violación

El consentimiento no es una ofensa. Y se tiene que mantener durante toda la práctica sexual. Y se puede retirar. Y puede variar. Y no tiene que estar condicionado a ninguna circunstancia ni ninguna situación de violencia

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Jenn Díaz

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Cuando el movimiento feminista quiso poner el consentimiento en el centro del debate sobre la violencia sexual, algunos, los ofendidos, los de siempre, lo ningunearon. Porque, en lugar de preguntarse si podían asegurar que todas sus relaciones sexuales habían sido consentidas, creyeron que el debate tenía que reconducirse hacia allí donde siempre había estado: que las mujeres, que las feministas, siempre exageran un poco. Ahora ya no podremos deciros nada por la calle. Ni deciros que os encontramos bonitas. No podremos flirtear, decían. Ahora nos hará falta un notario en las discotecas. Estaban muy preocupados, ninguneando la cuestión del consentimiento. ¿Así ahora todas las relaciones tendrán que tener consentimiento verbal? Les debía de parecer un exotismo, porque el consentimiento, con el matrimonio, se daba por hecho. El matrimonio llevaba implícito aquel contrato ante el notario, que de golpe estorbaba en las discotecas. Qué risas, qué bromas tan divertidas. Qué tranquilidad, la impunidad de siempre.

De golpe, en el 2021, un joven que no llega a la veintena, pone el debate allí donde toca: el consentimiento no es una ofensa. Y se tiene que mantener durante toda la práctica sexual. Y se puede retirar. Y puede variar. Y no tiene que estar condicionado a ninguna circunstancia ni ninguna situación de violencia. No puede darse bajo coacción. Y tampoco puede darse sin toda la información. Y sí, retirar el preservativo o mentir para tener una práctica sexual determinada es una agresión, porque atenta contra las decisiones conscientes de la otra u otras personas, y contra la voluntad expresa que reclama el consentimiento sexual en el siglo XXI. Sin guasa, sin notarios.

Ya hay jurisprudencia al respecto. Sobre retirar el preservativo y sobre cómo la inacción o el silencio no pueden ser considerados consentimientos. Hay jurisprudencia, pero no hay educación sexual al alcance de todo el mundo. Y esta es la cuestión. Sin educación sexoafectiva en la escuela, sin prevención, tardamos siempre.