Pros y contras

La auténtica coz de Cantona

El deporte (y sobre todo el fútbol) está repleto de episodios lamentables y de euforias etílicas, violentas, excluyentes. La diferencia es que, ahora, los alaridos previos hacen que se acumule aún más odio contra los que se han convertido en parias por haber chutado mal

Donnarumma, a punto de atajar a Saka el penalti decisivo.

Donnarumma, a punto de atajar a Saka el penalti decisivo. / Efe / Carl Recine

Josep Maria Fonalleras

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Tras el penalti fallado por el jovencísimo Bukayo Saka, se ha destapado la ira de los descerebrados fanáticos contra él y contra sus compañeros en el error, Rashford y Sancho. Les unía el fallo y el color de la piel. Insultos y amenazas que son reflejo de la deriva hacia actitudes racistas y xenófobas, fomentadas veladamente por unos líderes que, eso sí, convocan la mitología patria con entusiasmo de hooligans. Cuando los jugadores se arrodillaban para simbolizar el rechazo al racismo, Boris Johnson y miembros de su Gobierno se reían o decían que provocaban división. ¿Habría pasado lo mismo de haber fallado Harry Kane? Seguro que no.

El deporte (y sobre todo el fútbol) está repleto de episodios lamentables y de euforias etílicas, violentas, excluyentes. La diferencia es que, ahora, los alaridos previos hacen que se acumule aún más odio contra los que se han convertido en parias por haber chutado mal. Los lamentos de después no esconden la responsabilidad. Gary Neville, el ex del United, lo ha denunciado. Y hace unos años, el gran Eric Cantona, optó por la respuesta más contundente contra la hipocresía: una auténtica patada al seguidor facha del Crystal Palace que le estaba insultando desde la grada.

Suscríbete para seguir leyendo

TEMAS