APUNTE

Aprender a perder, sí, ya

Neymar llora después de la final frente a Argentina.

Neymar llora después de la final frente a Argentina. / RICARDO MORAES/REUTERS

Emilio Pérez de Rozas

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Vamos a llevarnos bien desde la primera línea. Es muy loable, mucho e, incluso, sirve de ejemplo aunque, tal vez, quien sabe, ya llegamos tarde para varias generaciones de españoles, que todo el mundo, o mucha gente, lance el mensaje de que es muy bueno aprender a perder. La variante del tradicional "lo importante es participar".

He visto que hasta el gran Perico Delgado se ha prestado a hacer un vídeo sobre esta reflexión: aprender a perder. Y ahí recuerda que él ha corrido 11 Vueltas y ‘solo’ ha ganado dos, ha corrido 11 Tour y solo ha ganado uno y, ¡escándalo!, ha estado en dos Giro y no ha ganado ninguno. «¿Dónde está el Perico campeón, habiendo perdido tanto?», se pregunta Delgado. «Para muchos, esos serían los números de un fracasado. Hasta se diría que soy el campeón…de saber perder».

Hermoso vídeo, sí, y cierta y gratificadora reflexión ahora que se está corriendo un Tour tremendo en el que, vaya, un tal Tadej Pogacar, que ya arrasó, el pasado año, con tan solo 21 años, decidió en la primera semana de carrera que los 199 compañeros del pelotón, de la ‘serpiente multicolor’, ya podían empezar a pelearse…por la segunda plaza del podio y hasta por la tercera, ‘cajones’ que suenan, dicen, a triunfo, a gloria de la buena.

Luis Enrique y los niños

No hace muchos días, verdad, al no menos triunfador Luis Enrique, al que le hubiese ido de perlas (a él y a todos, claro) salir vencedor de aquella tanda de penaltis que daba acceso a España a la final de la Eurocopa, comentó nada más ser eliminado: "Estoy cansado de ver torneos de alevines o infantiles llorando, no sé por qué lloran. Hay que empezar a gestionar la derrota, felicitar al rival y enseñar a los niños que no se llora. Lo que hay que hacer es levantarse y felicitar al que ha ganado". Más precioso aún, pero al flamante proyecto de Unai Simón, Eric García, Pedri y Olmo le hubiese ido de perlas llorar de alegría.

Por supuesto que hay que aprender a perder, en la escuela y en casa, mucho más en casa, porque en la vida se pierde más que se gana. Insisto, es ésa una preciosa reflexión en la infancia, difícil en la juventud, casi imposible al ser adulto.

Leo deja de llorar

Es importante aprender a perder porque eso es pura educación y levantarte y felicitar al ganador te hace fuerte. Pero, cuando hablamos (y es el caso de Perico, de Luis Enrique, de Rafa Nadal ¡otro ejemplo, éste sí casi único y líder!...) del deporte de élite, más que profesional, del deporte de megaudiencias y miles de millones invertidos (ya no hablo de pasión, de devoción, de entusiasmo), no hay nada como ganar. Nada recompensa como ganar, ni siquiera ganarte a la gente, como hizo la selección de 'Lucho'.

No le diga a Leo Messi, que lleva toda la vida perdiendo con Argentina, que aprenda a perder porque hasta su amigo Neymar Jr. trató de derrotarle de nuevo, de hacerle morder el polvo, de provocarle el último mar de lágrimas. Puede que sea sanísimo aprender a perder, pero más sano es ganar y saber administrar esa gloria. Contagiarla.