Covid

¿Como adultos o como niños?

Ante la pregunta sobre cómo queremos que nos traten los gobiernos no está claro que gane la primera opción

Isabel Díaz Ayuso durante el discurso de su investidura celebrada en la Real Casa de Correos

Isabel Díaz Ayuso durante el discurso de su investidura celebrada en la Real Casa de Correos / EFE / ZIPI

Ernest Folch

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Aunque cuesta creerlo, ya ha llegado el día en el que nos cuentan que vuelve la pesadilla que pensábamos haber dejado atrás. En esta terrible pandemia no hay nada peor que pensarse que ya ha terminado, y siempre hay un último obstáculo que superar. La combinación explosiva de la variante delta con la salida en tromba de los jóvenes no vacunados en medio de la sensación general de que todo había terminado ha vuelto a poner a los gobiernos de medio mundo ante el dilema de siempre: negar la realidad y ceder ante la presión de los lobis o explicar la verdad, decretar restricciones y priorizar la salud a la economía. En el primer grupo de autodenominados "liberales" están Trump, Johnson, Bolsonaro o Díaz Ayuso, que sigue creyendo que sus medidas anticovid eran acertadas por el mero hecho de haber ganado las elecciones. En las antípodas de estos temerarios, gobiernos como el de Portugal no dudan en decretar toques de queda a riesgo de perder las próximas elecciones. En medio, dudando entre acelerar o frenar, navegan indecisos los gobiernos de España y Catalunya, intentando encontrar el punto medio imposible entre proteger la industria turística y evitar una propagación descontrolada de los contagios.

En las últimas horas, el 'conseller' Argimon, de tendencia pragmática y realista, nos ha vuelto de golpe a la realidad con el cierre de los bares a las 00.30 y la limitación de reuniones a 10 personas. Es decir, que estamos a las puertas de volver a dar unos cuantos dolorosos paso hacia atrás. Se levantarán, seguro, voces críticas e indignadas, y casi todos tendremos que modificar planes ya previstos. Los sectores afectados reclamarán con razón subvenciones, y el gobierno que asuma estas restricciones tendrá que soportar cómo Ayuso, de fondo, proclama que esto en Madrid estas cosas no suceden. En el fondo, la pregunta que subyace desde el principio de la pandemia es muy sencilla: ¿queremos que los gobiernos nos traten como adultos o como niños? No está claro que gane la primera opción.

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