Opinión | Opinión
Escritor y periodista
Juan Soto Ivars
Escritor y periodista
El vídeo del asesinato de Samuel
Según dice el medio de comunicación donde lo veo, aunque este material puede herir mi sensibilidad, es una escena de alto valor informativo. Yo no se lo encuentro
Al final, por la mañana, termino pinchando. Veo el vídeo del asesinato de Samuel. Según dice el medio de comunicación que lo coloca en su menú, aunque este material puede herir mi sensibilidad, es una escena de alto valor informativo. Tras un anuncio de dentífrico con dos personas muy guapas sonriendo como tiburones y una música marchosa, se hace el silencio y empieza la cosa. Lo que veo no hiere mi sensibilidad. Tampoco le encuentro el valor informativo. Son imágenes de una cámara de vigilancia colocada en lo alto, un halcón morboso pero miope, que apenas alcanzan para estudiar la arquitectura de Riazor. Los semáforos y las farolas resplandecen, los edificios están hechos de píxeles y las personas son manchas y borrones que pululan. Sí me sorprende la brevedad, lo rápido que se mata a una persona a golpes. Manchas y borrones rodean a una mácula blanca. Rótulos anuncian su fallecimiento.
El alto valor informativo, desde luego, no ha alcanzado mi corteza cerebral. Quizás sea cosa mía. Repaso mis pulsaciones, el estado del vello corporal, la estabilidad estomacal: nada se conmueve, nada ha herido mi sensibilidad. ¿He visto realmente un asesinato, una jauría rabiosa rodeando a un chico asustado que intuye la muerte en los puñetazos y patadas que le caen por todas partes? Tras el vídeo empieza automáticamente otro anuncio. Me ofrece un contrato de fibra óptica mejor que el que tengo, y me pregunto si esas manchas y borrones del vídeo son clientes de esta compañía. El alto valor informativo ¿serán los anuncios?
Pero después pienso que los borrones y manchas sí son algo que merece la pena fijar en la memoria. La pobre definición para representar el asesinato con imágenes es, paradójicamente, la representación más precisa de la sociedad que discute las causas. Desde que se supo la noticia no hemos usado más brocha que la gorda: etiquetas, conjuntos, colectivos, tan obsesionados en que el relato encaje con nuestras cruzadas como para pelear como los que no se ponen de acuerdo sobre si fue penalti o no fue penalti. El testimonio de las amigas de Samuel dibuja lo que parece un asesinato homofóbico, pero la verdad, la motivación del crimen, no la conocemos. ¿Paciencia? Ya hubo manifestaciones, bulos y cinismos. Se insultó al padre de Samuel cuando pidió que no llevaran banderas a los homenajes, y otros lo jalearon como hoolingans desde la trinchera contraria. Qué inhumanos nos hace a veces querer salvar a la humanidad.
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