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Aumento de los delitos de odio

Los ataques homófobos en la calle y las amenazas de Vox a los medios responden al mismo discurso de la extrema derecha que se extiende en la Unión Europea

abascal congreso

abascal congreso / Susana Vera / Reuters

El brutal asesinato a golpes del joven Samuel Luiz en A Coruña y las amenazas al editor de 'El Jueves' por parte de Vox han puesto de nuevo en el primer plano no solo la violencia, sino los delitos de odio, que son aquellos que se cometen contra personas o propiedades que pertenecen a un grupo con características comunes como la raza, la religión, la orientación sexual u otro factor similar. Hay dudas sobre si la paliza a Samuel Luiz fue motivada por la homofobia. Una amiga de la víctima ha afirmado que el primer agresor le dijo «o paras de grabar o te mato, maricón», reaccionando así a una videollamada que fue entendida por el agresor como un intento de grabarle. Los investigadores tienen dudas porque los atacantes no conocían a la víctima y no tenían por qué conocer su orientación sexual. En cualquier caso, el ataque ha sido interpretado como homófobo y por esa razón miles de personas se han manifestado en A Coruña, Madrid, Barcelona y otras ciudades para denunciar la violencia contra los homosexuales. La comunidad LGTBI es el segundo colectivo objeto de discriminación, después del racismo.

Si se confirma la motivación homófoba, se trataría de un delito de odio, delitos que no paran de crecer: desde los 1.172 registrados en 2013 hasta los 1.706 en 2019, último año del que hay estadísticas en el Ministerio del Interior. Catalunya es la comunidad con más delitos de este tipo en el 2019. En la UE existe gran preocupación por este tipo de delitos, que, además, en un alto porcentaje (entre el 51% y el 79%, según los colectivos) no son denunciados por desconfianza en la policía o por temor a represalias, entre otras razones. De esta situación es en gran parte responsable la proliferación de un discurso discriminatorio y estigmatizante de las minorías, en particular los inmigrantes y los colectivos LGTBI, por parte de la extrema derecha. 

En este contexto se produce el señalamiento, por parte de la cuenta de Vox en Twitter, del presidente del grupo RBA, editor de 'El Jueves', después de que esta revista difundiera varias viñetas que se mofaban de sus dirigentes. En una actuación absolutamente intolerable, Vox ha publicado la fotografía del editor y ha acusado a la revista de difundir «odio contra millones de españoles a diario». En el mensaje, en el que menciona la calle donde tiene su despacho y, en un perverso uso del lenguaje, alude a la posibilidad de «exigir responsabilidades», es una clara amenaza. Al contrario de lo que pide Vox, a quien hay que exigir responsabilidades es al partido de extrema derecha, por no aceptar la crítica y por incitar a responder con violencia a lo publicado por una revista. Si la formación de Santiago Abascal ha sentido limitado algún derecho por esta publicación, puede denunciarlo siguiendo los cauces legales. Eso es lo que dicta el sentido democrático, no la amenaza y la intimidación pública. La sociedad no puede pasar por alto esta peligrosa contaminación de odio y violencia.

Todos los países de la UE deben estar vigilantes en un momento, además, en que la Unión está presidida por Eslovenia, un país cuyo presidente, Janez Jansa, es un seguidor de la política discriminatoria de Viktor Orbán en Hungría y se distingue por sus críticas furibundas a los medios de comunicación. El Parlamento Europeo reclama sanciones contra Hungría por la ley que equipara pedofilia y homosexualidad y veta hablar de homosexualidad en las escuelas y la presidenta de la Comisión acaba de conminar a Orbán a rectificar, bajo la amenaza de perder los fondos europeos. Este es el camino contra quienes violan los fundamentos de la UE en materia de derechos