Un asunto capilar

Elogio del ‘mullet’

En una Eurocopa donde casi no hay selecciones bicolores, donde camiseta y pantalón coinciden, los peinados, como el fútbol de cada nación, se han uniformado por la vía de la globalización

Miley Cyrus y el peinado del verano

Miley Cyrus y el peinado del verano / Instragram

Miqui Otero

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Todas las camisetas de fútbol del pasado parecen más bonitas y todos los peinados de futbolista de otras épocas tienen su encanto. Menos uno. Y, aun así, lo echamos de menos.

El ‘mullet’ (corto por delante, melena por detrás) es al mundo capilar lo que la Comic Sans a la tipografía o las riñoneras a los complementos: la diana de la broma fácil y ‘l’ase de tots els cops’. Es recurrente, entre el paternalismo y el clasismo, meterse con él. De hecho, cuando yo era pequeño y jugaba a fútbol, si aparecía un chaval con ‘mullet’ sospechaba que o bien había sido cedido por un equipo vasco o al acabar el partido quizá me preguntarían la hora para proceder a reclamarme otra cosa (el peluco). 

Evidentemente no era así. Había ‘mullets’ en mi entorno más cercano y también en la televisión. Lo llevaban, en la tierna infancia, las estrellas del pop que salían en ‘Tocata’ (de Bon Jovi a Mick Jagger) y, añitos después, los jugadores de fútbol (aquella selección búlgara, con especímenes magnéticos como Trifon Ivanov, villano de la saga Rocky). Ese corte McGyver, laboral y comedido por delante, desmelenado y fiestero por detrás, híbrido como un hipogrifo o como una ‘keytar’ (mitad teclado, mitad guitarra), despareció del firmamento público. 

Ahora resulta que ha vuelto por donde vino. Estrellas como Damon Albarn o Miley Cyrus lo portan orgullosos, del mismo modo que antaño lo popularizaron alienígenas como David Bowie. 

Lo llevaron en su día romanos y hunos. Su nombre lo debe a los pescadores ingleses que no querían quemarse la nuca mientras faenaban mújol (un pescado tropical). Hay más historia en un ‘mullet’ que en un pedante que se chotea de él. 

Pero, mientras veía la Eurocopa, no lo encontraba. Un día me dijo Johnny Rotten, de los Sex Pistols, que Neymar y el resto de jugadores le deberían pagar derechos por los peinados que le copiaron. Pero ni rastro de ‘mullet’. En un campeonato donde casi no hay selecciones bicolores, donde camiseta y pantalón coinciden, los peinados, como el fútbol de cada nación, se han uniformado por la vía de la globalización. No descartéis que me deje un orgulloso ‘mullet’ como gesto de resistencia.

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