Amar

¿Quién puede estar en contra del amor?

Cada año, por el mes de junio, vuelve el amor. Es la manera que tenemos de infantilizar las luchas colectivas. Llega junio, se acerca el día 28, y todo el mundo habla de amor. Ama como quieras. Amar no es un delito. Ama a quien quieras. Pero resulta que por amar nadie ha recibido violencia. En todo caso, por hacerlo en público. Por hacerlo evidente en el espacio público. Las agresiones, además, no se circunscriben solo a hacer visible tu amor: todo lo que salga de la heteronorma puede suscitar violencia. Y la violencia no solo es física. Quizás no tendrás un trabajo de calidad. O quizás te echan del que tenías porque te has hecho visible. Quizás no te alquilan un piso. O quizás no te atienden en una tienda, o en un restaurante, como haría falta. Quizás tu familia te echa de casa. O quizás tu pandilla de amistades te echan. Quizás recibes violencia institucional. O violencia obstétrica.

No todo va de amar.

De hecho, en nombre del amor se han invisibilizado muchas violencias. La trampa del amor romántico ha condenado muchas mujeres a relaciones tóxicas, a violencia sexual o a normalizar comportamientos que les han impedido desarrollarse como mujeres libres. No era amor, pero nos lo hacían creer. Tampoco iba de amor cuando nos asesinaban por un sentimiento de pertenencia que llenaba horas de televisión y miles de titulares. Los crímenes no eran pasionales, sino machistas.

La lucha por la liberación de las mujeres y del colectivo LGTBI ha representado siempre una amenaza para el statu quo. Las mujeres, las lesbianas, los gays, las personas trans, las personas intersexuales y todas las disidencias sexuales y de género han sido siempre motor de cambio, y por eso sus mensajes han sido rebautizados por el conjunto de la sociedad.

Si el 28J va de amor, el colectivo LGTBI será más amable.

¿Quién puede estar en contra del amor?

Pero no es amabilidad lo que se reivindica el mes de junio, sino derechos. Humanos, por cierto.

Amar lo han hecho siempre.