La fe de Luis Enrique

Luis Enrique reunió a sus jugadores en círculo el día antes en Copenhague y fue preguntando uno a uno si creían que iban a jugar. Unos decían que sí; otros, que no. Parece que cuando le preguntó a Gayá hubo risas. Lógico: el lateral no había disputado ni un minuto. Bien, Gayá fue titular ante Croacia. Quiso decirles a sus futbolistas con el interrogatorio en cuestión que contaba con todos, que todos eran importantes. Estrategias de liderazgo, que de eso Luis Enrique sabe un rato. Y fe ciega en su grupo, una fe en la que estaba hasta ayer poco acompañado. El éxito hace amigos y desde ahora, tras el épico triunfo en octavos, tendrá más. 

Cuenta con todos el asturiano, es evidente, pero también lo es que cree en Álvaro Morata como nadie en España. El delantero madrileño le devolvió la fidelidad con un encomiable esfuerzo de estibador ante Croacia. Corrió y presionó como si tuviera tres pulmones, se ofreció de espaldas y dio constantemente salida al balón, buscó el desmarque sin parar, y sí, falló inexplicablemente un remate a dos palmos de portería. 

Cuando los aficionados se habían desgañitado de punta a punta de España reclamando su sustitución por Gerard Moreno, Morata se acomodó con calidad un pase largo de Olmo y puso una aspirina al sufrimiento con el 4-3. Entonces sí, la confianza de Luis Enrique quedó públicamente recompensada. 

Se pone aquí el acento en Morata por todo lo que ha tenido que escuchar. Es posible, siendo como es de testarudo el asturiano, que de no existir esas críticas, Gerard Moreno hubiera ocupado su puesto en algún partido. Pero esa tozudez le está dando el rendimiento que buscaba.

Este grupo joven y unido seguirá o no más allá de cuartos, el muro tradicional de la Roja, pero ante Croacia se comportó con una personalidad granítica. Es la que atesora el seleccionador. Sobre los pilares de su fe se ha edificado esta selección y esta victoria para recordar de octavos. Todo es posible a partir de ahora bajo su liderazgo.