Festival Grec

Un estreno con besos

La inauguración del Grec es uno de los eventos culturales barceloneses más destacados del año y esta edición fue particularmente especial. El día anterior nos habíamos quitado las mascarillas, y la sensación, al ver a mucha gente con la cara descubierta, era de un júbilo difícil de describir

El anfiteatro del Grec, durante la representación de 'Carrer Robadors'

El anfiteatro del Grec, durante la representación de 'Carrer Robadors' / Jordi Otix

Marta Buchaca

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El pasado domingo asistí a la inauguración del Festival Grec, en un Teatro Grec al 70% de su capacidad (1.475 espectadores), que no está nada mal dados los tiempos que corren. El festival se estrenó con la obra 'Carrer Robadors, una adaptación de la novela de Mathias Enard, firmada por Sergi Pompermayer, Marc Artigau y Julio Manrique y con un brillante Guillem Balart como protagonista. No es fácil adaptar una novela al teatro, pero la buena pluma de los dramaturgos y una dirección e interpretación muy finas hicieron que la obra acabara con una gran ovación.  

El evento reunió a personalidades de todos los ámbitos: la presidenta del Parlament, Laura Borràs; la 'consellera' de Cultura, Natàlia Garriga; las dramaturgas Daniela Feixas, Denise Duncan y Guillem Clua; los directores Magda Puyo, Ramon Simó y Jordi Prat i Coll; las actrices Mamen Duch, Aitana Sánchez Gijón e Imma Colomer; la nueva presidenta de la Acadèmia del Cinema Català, Judith Colell, la directora de cine Maria Ripoll y los escritores Carlos Zanón y Mathias Enard, el autor de la novela que adapta el espectáculo, entre muchos otros.  

En la actual temporada teatral los héroes han sido los espectadores. El público que ha ido al teatro con mascarilla, con reducción de aforo y con medidas de seguridad. Un público fiel, que demuestra que las artes escénicas son necesarias y pulmón de nuestra cultura

En la obertura del Grec una tiene siempre la intuición de que, lo menos importante, es el espectáculo que se estrena. La inauguración es uno de los eventos culturales barceloneses más destacados del año y esta edición fue particularmente especial. El día anterior nos habíamos quitado las mascarillas, y la sensación, al ver a mucha gente con la cara descubierta, era de un júbilo difícil de describir. De normalidad sanadora y esperanzadora.

En la pasada edición, mientras los grandes festivales como Aviñón decidieron cancelar, en Barcelona, Francesc Casadesús y el Ajuntament de Barcelona apostaron por tirar adelante, y ese fue de alguna manera el inicio a la vuelta a la “normalidad” pospandemia. Un año después, el covid no solo no ha podido con el Grec, sino que lo ha hecho crecer, y en la 37 edición vuelve con más días y más espacios. 

El inicio del Grec es siempre el inicio del verano y de semanas llenas de teatro de calidad, diverso e internacional. Pero también es un final. El final de la temporada teatral, que coge fuerzas para empezar la siguiente con aire nuevo. Este año, la temporada ha sido muy dura pero, aunque con intermitencias, ha tenido lugar. Y tenemos que estar agradecidos, ya que muchos países de Europa han mantenido sus teatros cerrados durante meses. Si el Grec fue el héroe de la temporada pasada, en la actual los héroes han sido los espectadores. El público que ha ido al teatro con mascarilla, con reducción de aforo y con medidas de seguridad. Un público fiel, que demuestra que las artes escénicas son necesarias y pulmón de nuestra cultura.  

El espectáculo empezaba a las diez de la noche, y los espectadores ya llenaban los jardines bastante antes. Había ganas, y se notaba. Solo llegar me di cuenta de que ese estreno no sería como los otros de la temporada. Justo en la entrada me encontré con mi agente, Marta Fluvià, que sin dudarlo se lanzó a darme dos besos. Me quedé un poco extrañada, pero a la vez tuve la sensación de normalidad más intensa desde el inicio de la pandemia. Los besos de Marta fueron como un pistoletazo de salida, y a partir de ahí, todos los colegas con los que me fui encontrando actuaron de la misma manera. Nos dábamos dos besos sin preguntar, sonriendo, eufóricos. La sensación de “felices años veinte” llenaba hasta el último pétalo de las flores de los jardines. En algún momento pensé que nos empezaríamos a besar la boca los unos a los otros, dejándonos llevar por el entusiasmo de la libertad. Y quizás la noche habría acabado en una gran orgía, si realmente el estreno hubiera sido normal. Pero no lo fue del todo. Al acabar la obra, salimos todos a buscar esa copa post estreno de antaño. Pero no estaba. Solo había una barra de bar, que cerró media hora después del espectáculo. No pudimos celebrar la normalidad con una copa de cava porque, lamentablemente, seguimos en la “nueva normalidad”. Pero, calma, que todo llegará. Yo, mientras tanto, sigo feliz por haber podido besar a tantos y tantas compañeras que hacía demasiado tiempo que saludaba con un codazo.

Suscríbete para seguir leyendo