De indultos, misericordias y política

Se mire como se mire, el informe del Consejo de Europa es una bofetada histórica, aunque se quiera hacer pasar - con varios juegos de manos - como un elogio de la "vibrante" democracia española. Tanto en las demandas aprobadas como en el contenido del texto, queda claro un concepto: no se puede hablar más de políticos presos (es decir, de políticos que han cometido un delito por el que han sido encarcelados), sino de presos políticos (personas que han sufrido injustamente esta larga condena, más de 1300 días, por sus convicciones). En la propia concesión del indulto, que es justo y necesario, pero enclenque y frágil, se reafirma la misma idea.

En el memorando que acompaña la medida, se habla de una "excepcionalidad" que la comunidad internacional difícilmente puede entender y se dice que el encarcelamiento es "un obstáculo" para la convivencia, con lo cual es lícito pensar que la libertad de los presos -a pesar de las condiciones que se les impone (y que el Consejo de Europa rechazó)- incorpora la percepción de que es precisamente el uso de esta libertad la base del inicio de resolución del conflicto. A pesar de parecer una gracia misericordiosa es un reconocimiento implícito de la raíz del conflicto.

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