El calendario político

Tras los indultos, la legislatura

A Sánchez y al Gobierno de coalición le conviene volver ya a la agenda económica y al discurso social, a las cosas concretas. Le interesa aparcar la cuestión territorial para lucir grandes acuerdos

Aplausos a Sánchez a su llegada al Congreso.

Aplausos a Sánchez a su llegada al Congreso. / José Luis Roca

Joaquim Coll

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Los polémicos indultos no serán la tumba política de Pedro Sánchez como pudo parecer hace un mes cuando anunció la medida desde Bruselas en una intervención poco afortunada. Desde entonces y hasta su concesión por el Consejo de Ministros, el presidente ha mejorado la comunicación y sale bastante indemne del espinoso asunto. En Catalunya, su posición claramente se ha reforzado, pues ha sabido sacar a su iniciativa el máximo provecho, mientras que en el resto de España el rechazo inicial ha ido a menos, como lo prueba que al PP no le fuera bien en Colón. Ahora bien, Sánchez no tiene ninguna garantía de que el independentismo vaya a dejar atrás el victimismo, la soberbia y el tono de exigencia continua hacia el Estado sin ofrecer nada a cambio, o que reconozca que la primera dimensión del conflicto es entre catalanes y, por tanto, acepte una mesa de diálogo también en Catalunya. No es lo mismo Junts, la CUP que ERC, pero tampoco parece probable que Pere Aragonès, aunque lejos de la actitud desafiante de sus predecesores, quiera entrar a negociar ninguna de las ofertas de mejora del autogobierno que le hará Miquel Iceta, cuyo papel en el Gobierno se está reforzando. 

En realidad, lo mejor que le puede pasar a Sánchez es que las fuerzas separatistas se encallen en la reivindicación de la amnistía y la autodeterminación, sin que en los dos próximos años tengan previsto desobedecer. En cambio, si aceptaran un horizonte de reforma estatutaria sería un problema de verdad. Lo que el modelo territorial español necesita es una reestructuración global, el paso a un federalismo cooperativo, en lugar de nuevas subastas competenciales que acabarían tan mal como en 2006. A Sánchez y al Gobierno de coalición le conviene volver ya a la agenda económica y al discurso social, a las cosas concretas. Le interesa aparcar la cuestión territorial para lucir grandes acuerdos, como la inminente reforma de las pensiones con la patronal y los sindicatos o la inaplazable reforma laboral, condiciones imprescindibles para recibir los fondos europeos. Tras el Rubicón de los indultos, la legislatura.

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