ANÁLISIS

Los fantasmas de Dembélé

Dembélé, en un partido con la selección francesa en la Eurocopa.

Dembélé, en un partido con la selección francesa en la Eurocopa.

Sònia Gelmà

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Tras tres años de calvario, Dembélé había conseguido ejercer de futbolista y había recuperado su autoestima. Hasta el punto de valorar todas sus opciones, consciente de ser un jugador cotizado que podría negociar su futuro libremente en un año. Pero se le olvidó un cálculo, el de su fragilidad. El francés ha vuelto a encontrarse con sus fantasmas y se topa de nuevo con la realidad de las lesiones. 

El Barça ha sido hasta ahora muy paciente, básicamente por su propio interés, porque el patrimonio hay que protegerlo. El club le ha pagado religiosamente porque lo dice el contrato. Tampoco se ha tratado de una fidelidad incondicional.

Recuerden que lo intentó colocar en un avión dirección a Paris para traer a Neymar y, tiempo después, le compró otro pasaje dirección a Old Trafford para hacer espacio a Depay. El caso es que Dembélé sigue en Barcelona y quizás esta lesión le haga reconsiderar esa renovación que el club le ofrecía y a la que hasta hace poco daba largas. 

Es posible que gran parte de los aficionados hayan dimitido con Dembélé y no les podemos culpar, es lo lógico

Si los peores pronósticos se confirman, habrá que ver si los cantos de sirena italianos se mantienen con el mismo vigor, y también el Barça debe decidir si quiere seguir apostando por un jugador poco fiable. Pero poca alternativa tiene el club azulgrana que ya sabe que lo normal es que nadie ofrezca un traspaso este verano y que, si no lo renueva, se quedará sin un euro el año que viene. 

Es posible que gran parte de los aficionados hayan dimitido con Dembélé, y no les podemos culpar, es lo lógico. Luego está ese otro sector que, basándonos en una fe irracional, seguimos creyendo en un potencial que nunca acaba de hacerse realidad. Llegados a este punto, quizás sea el momento de asumir que no vale la pena tanto sufrimiento de él y de los que defendemos sus virtudes. 

Llegó en el peor de los momentos y su carácter, algo díscolo, no ayudó. Asumamos que el Barça fue un mal paso y, en cuanto pueda, que cambie de ambiente para que el karma le ofrezca una nueva oportunidad. Por su bien, por el nuestro.