Pros y contras

Exceso de decesos

Pacientes ingresados por covid en la UCI en Vall Hebrón

Pacientes ingresados por covid en la UCI en Vall Hebrón / Ferran Nadeu

Josep Maria Fonalleras

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No son sino estadísticas, de las que sirven para que los historiadores dispongan de pautas, dentro de cien años, pero no dejan de ser también banderas rojas, hitos que ahora se alzan sobre el mapa para indicarnos el alcance de la tragedia. Este 17,7% de exceso de decesos durante 2020 en relación al año anterior no explica cada una de las muertes individuales, cada una de las tristezas íntimas, cada uno de los instantes dolorosos, pero nos habla de un impacto colectivo, que solo se puede comparar con aquel pico de hace cien años, otro virus demoledor.

No son cifras que se puedan poner de lado como si nada, de acuerdo, porque la población era mucho menor entonces (casi la mitad) y, en consecuencia, el impacto fue aún más aterrador. Y tampoco se puede establecer una correlación directa entre la gente que murió en 2020 y la que murió en 1938, porque entran muchos factores que introducen variables, pero lo cierto es que la cifra del año pasado, la absoluta, solo tiene parangón con las de la devastación de la guerra y la posguerra. Es una fotografía de los meses en los que la muerte tomó posesión de nuestras vidas, con ese mes –abril– que fue más cruel de lo que había previsto el poeta.

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