Relaciones internacionales

Lo que Biden nos enseñó

Su tour europeo ha cumplido su misión: confirmar que Estados Unidos está de regreso tras el doloroso paréntesis Trump

Biden firma en el libro de visitas durante su encuentro con el rey Felipe de Bélgica

Biden firma en el libro de visitas durante su encuentro con el rey Felipe de Bélgica / AFP / François WALSCHAERTS

Cristina Manzano

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Un soplo de alivio ha recorrido Europa. Sin alharacas, pero con satisfacción, los líderes europeos han recuperado la normalidad perdida en la relación trasatlántica. El tour europeo de Joe Biden -Cumbre del G7 en Cornualles, la de la OTAN en Bruselas, y el colofón del encuentro en Ginebra con Vladímir Putin-, ha cumplido su misión: confirmar que Estados Unidos está de regreso tras el doloroso paréntesis Trump. Además de vacunas, ciberseguridad, cambio climático o la necesidad de revitalizar el comercio global, estas son algunas de las impresiones que la “semana de la geopolítica” y el viaje de Biden nos han dejado:

Cuestión de confianza. Restablecer la debida confianza entre aliados, tan dañada por Trump, era uno de los objetivos. Biden se acaba de marchar de Europa dejando claro su compromiso trasatlántico y a los europeos más tranquilos, aunque en el aire siga flotando la pregunta: ¿durará?

Otra cosa ha sido Boris Johnson: con su empeño en despreciar la letra firmada (Brexit-Irlanda del Norte), ha logrado empañar el resultado de la Cumbre del G7 de la que era anfitrión y suscitar nuevos recelos con sus antiguos socios. También Putin es otra historia. La reunión de Ginebra con Biden ha servido para tender algunos puentes, sin necesidad del más mínimo gesto de acercamiento personal. Como señaló el presidente norteamericano, “esto no va de confianza, sino de interés”.

Es la democracia, estúpido. Trece han sido los presidentes estadounidenses que la reina Isabel II ha conocido personalmente. Cinco los que ha conocido Putin. En la política global, muchos pasan, algunos se quedan. La gran diferencia es cómo. La reina representa la monarquía parlamentaria más antigua; el líder ruso ha distorsionado la democracia hasta casi estrangularla. Biden buscaba sumar a sus aliados a su plan para revitalizar la democracia frente al avance de las autocracias, una de sus promesas de campaña. Junto a él, Boris Johnson ha recuperado la idea de un D10 -un grupo de grandes países democráticos-, al invitar a Cornualles, además, a Corea del Sur, Suráfrica y Australia. La gira, sin embargo, concluye sin pasos significativos en este sentido, más allá de la retórica sobre la necesidad de reforzar los sistemas democráticos.

Europa, cara y cruz. La euforia con que los líderes europeos han recibido al presidente norteamericano y la constatación de que la OTAN debe revisar su visión estratégica para acomodarla a los nuevos tiempos, y sobre todo, a China, vuelven a arrojar una sombra de duda sobre el alcance real que tendrá la tan mencionada autonomía estratégica europea. Pero la UE sí ha mostrado firmeza y unión, una vez más, frente a la salida de guion en la que insiste Johnson; una firmeza que parece seguir sorprendiendo al británico.

El poder de la imagen… bien entendida. Las redes han rescatado estos días la escena en la que Trump empujaba al primer ministro de Montenegro para salir el primero en la foto en una anterior cumbre de la OTAN; como contraste, Biden ha demostrado su larga experiencia y saber estar en el circuito internacional y el resto de líderes han buscado la ocasión para su selfi particular. Incluido el español. Es una pena que la torpeza en la comunicación, generando falsas expectativas de un encuentro Biden-Sánchez, haya eclipsado el anuncio de que la próxima cumbre de la organización se celebrará en Madrid.

El convidado de piedra. El gran protagonista de la semana, y eso que no estaba, ha sido Xi Jinping. China acaba de alcanzar el estatus de “gran desafío" para la seguridad atlántica y de desafío para las prácticas de un libre y justo mercado global, por sus abusos de los derechos humanos y por representar el tipo de autocracia que amenaza, por acción y por omisión, a la democracia occidental. La renovada relación trasatlántica ha encontrado ya, explícitamente, un rival común.

Parece que Estados Unidos está dispuesto a recuperar, de momento, su lugar en el mundo y parte del mundo parece encantado de que lo haga. Según una reciente encuesta de PewResearch, la imagen internacional del país ha mejorado considerablemente en la transición Trump-Biden y una gran mayoría de los encuestados tienen confianza en que Biden hará lo correcto. Contar con una potencia comprometida con los valores compartidos por los aliados europeos no solo es un alivio, es fundamental para abordar los grandes desafíos de la época.

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