La extraña pareja Aragonès-Sánchez

La cuestión de los indultos se convertirá en el primer 'peix al cove' de Aragonès así como el estreno de la nueva situación fortalecida de Pedro Sánchez dentro del PSOE, tras imponerse a su opositora Susana Díaz en Andalucía

El presidente del gobierno, Pedro Sánchez (1d) se saluda con el presidente de la Generalitat, Pere Aragonés (2d) ante la mirada entre otros del presidente de Foment del Treball, Josep Sánchez Llibre (1i) y el al presidente del grupo Godó, Javier Godó (2i) esta mañana en la sede de Foment del Treball. F

El presidente del gobierno, Pedro Sánchez (1d) se saluda con el presidente de la Generalitat, Pere Aragonés (2d) ante la mirada entre otros del presidente de Foment del Treball, Josep Sánchez Llibre (1i) y el al presidente del grupo Godó, Javier Godó (2i) esta mañana en la sede de Foment del Treball. F / El Periódico

Antonio Franco

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El president Pere Aragonès, con la dignidad suficiente para negarse a que el Consell per la República le dicte desde Waterloo a la Generalitat lo que tiene que hacer, vive un día a día de inmensa complejidad. Actúa sabiendo que la oposición parlamentaria --especialmente PSC y els Comuns-- puede ser quien estabilice desde fuera las iniciativas regeneradoras de su Govern, mientras sus dos socios, Junts y la CUP, sin respetar el plazo de los dos años de distensión que prometieron, intentan desde el primer momento hacerle la pinza y zancadillear las líneas de actuación política que desea emprender para descabronear la situación. Puigdemont y Junts rechazan los roles subordinados que les atribuyeron democráticamente las urnas, pero aún así no consiguen evitar que, por ejemplo, Aragonès vea --aunque sea a su manera-- a Pedro Sánchez y el rey Felipe VI en su visita a Barcelona. La grosería institucional militante de la etapa de Quim Torra no tiene continuidad, aunque la Generalitat mantenga las formas contenidas propias de una situación tensa entre Catalunya y España.

Aragonès no está solo y una buena parte de Catalunya --más Catalunya de la cuantificable como independentista-- le respalda con descaro o con disimulo. Considero poco creíble que Oriol Junqueras, que en el momento histórico de la verdad empujó hacia la radicalidad a Puigdemont, haya dicho en su ya famosa carta lo que realmente piensa. Pero en cambio pienso en que es creíble su deseo de adaptarse de forma posibilista a la nueva situación. En política las cosas van así y a veces resultan suficientes para avanzar. Considero grotesco que, en ese contexto, desde Junts sigan equiparando las fugas al extranjero de algunos de los suyos con el exilio republicano de después de la guerra y que, al mismo tiempo, se defienda con aparente normalidad que Puigdemont tenga una escolta pagada por, en definitiva, el régimen constitucional español.

La cuestión de los indultos se convertirá en el primer 'peix al cove' de Aragonès así como el estreno de la nueva situación fortalecida de Pedro Sánchez dentro del PSOE, tras imponerse a su opositora Susana Díaz en Andalucía (¿se llamaba realmente Susana Díaz la derrotada o era el ya veteranísimo Felipe González disfrazado de ella?). No es de menor importancia, tampoco, que Ayuso, pasando por encima de Pablo Casado, le complique la vida a Felipe VI y enrede llevando hasta la derechona el siempre sofocado pero siempre real debate sobre la monarquía. Además de ser todo lo que le faltaba al hijo de Juan Carlos I es lo que menos necesitaba el PP. Porque ahora es nítido, a la vista de las pesquisas judiciales, que su corrupción no es cosa del pasado y que los presuntos delitos de Estado en la recientísima etapa de Rajoy, Cospedal y Jorge Fernández Díaz, presuntos de tantas cosas, son de ahora y están relacionados con nuestros problemas actuales, tan graves como la falta de recursos para atender las necesidades sociales o el enconamiento del pulso en relación a Catalunya.

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