A pie de calle

Las anomalías del Raval

Estoy siendo muy feliz aquí, pero sé que tendré que irme el día en que algunos de los problemas endémicos del barrio traspasen los límites de mi portería

Mural homenaje a Makha Diop, en el Raval.

Mural homenaje a Makha Diop, en el Raval. / Ricard Cugat

Andrea Pelayo

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En el Raval pasan cosas que no suceden en el resto de Barcelona, como que busques en Google información sobre la reordenación del tráfico que afectará al barrio y que el buscador solo te devuelva resultados de tráfico de drogas. Lo reconozco: “tráfico Raval” era una búsqueda poco concreta, pero con un nuevo plan de movilidad en marcha, pensé que sería suficiente.

Lo que debería hacernos reflexionar es que las palabras clave deban ser tan diferentes según donde vivas. Internet solo funciona como espejo. Y duele, pero refleja bien la anomalía de este barrio. Barcelona está inmersa en un cambio de modelo urbanístico, el mayor desde el plan Cerdá, pero en el Raval de momento será secundario. No porque no vaya a ejecutarse aquí. Sino porque siempre habrá algún problema más grande que no dejará espacio a nada más. 

Los vecinos de otros sitios hablan (bien o mal) sobre sus carriles bici, sus supermanzanas, sus cortes de tráfico en fin de semana. Y a mí me encantaría poder debatir y discutir sobre lo mismo. Sin embargo, la conversación suele ir hacia otro lado. A menudo, algunos conocidos me preguntan, compungidos: “¿Cómo te va por el Raval? Muy complicado, ¿no?". Pues mira, sí y no. Estoy siendo muy feliz aquí. Al barrio no le falta de nada, aunque sin duda le sobre inseguridad e incivismo

A nadie puede gustarle que orinen bajo su balcón varias veces cada día (a pesar de que a escasos metros haya un 'poliklin' permanente) ni que tengan que pasar los servicios de limpieza municipales con unas pinzas para recoger jeringuillas. Sé que tendré que irme el día en que algunos de los problemas endémicos del barrio traspasen los límites de mi portería (ahora solo atraviesa el ruido constante de una zona marcada, también, por la prostitución). Hasta entonces seguiré en este barrio céntrico y bonito que tiene auténticas maravillas retadoras, como su multiculturalidad, y algunas anomalías enquistadas que nadie parece querer solucionar. El Raval está tremendamente vivo. Ahora solo estaría bien ver que, como el resto, evoluciona.