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Roland Garros no era tenista

Este fin de semana la información tenística será protagonista y se sabrá quienes serán los vencedores del torneo de tierra batida más famoso del mundo. Se juega en París y se llama Roland Garros. Pero, ¿quién era este Garros?

Roland Garros, delante de un avión Demoiselle, en 1910

Roland Garros, delante de un avión Demoiselle, en 1910

Xavier Carmaniu Mainadé

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Este fin de semana se jugarán las finales del torneo Roland Garros. El que este campeonato disputado en París lleve este nombre es una buena demostración de que en la vida siempre merece la pena tener buenos amigos. Y mejor si son influyentes, porque te garantizan pasar a la posteridad.

Roland Garros no fue nunca un campeón del tenis. De hecho casi no lo practicó y eso que los deportes le encantaban. Era lo que hace un siglo se llamaba un 'sportman'. Nació en 1888 en la colonia de Saint-Denis de Reunión, una isla cercana a Madagascar. Cuando era muy pequeño su familia se trasladó a Saigón, entonces capital de la Cochinchina (actual Vietnam), que en aquellos tiempos estaba controlada por París. El problema es que allí no había opción de estudiar la secundaria y sus padres lo enviaron a solas a la metrópoli, cuando solo tenía 12 años. Apenas hubo llegado, tras una travesía que duró semanas, cogió una neumonía. Lo enviaron a una escuela de Cannes, con la esperanza de que el clima benigno de la Costa Azul lo ayudara a reponerse. Y así fue. Y además descubrió el deporte. Se entusiasmó con el ciclismo y el fútbol. Al terminar el bachillerato, siguió estudiando en la Escuela de Altos Estudios Comerciales de París, donde trabó amistad con un jugador de rugby llamado Émile Lesieur, que le animó a hacerse socio del Stade Français. Detalle no menor en la biografía de nuestro protagonista como se verá en breve.

Aunque su padre quería que fuera abogado como él, el joven Garros prefería vender coches, que entonces eran las máquinas más modernas que existían. O al menos eso creía él, hasta que en el verano de sus 21 años, en 1909, asistió a una exhibición aérea. Fue amor a primera vista. Con el dinero hecho con los automóviles compró una pequeña avioneta Demoiselle Santos-Dumont. Y, como no había escuela de pilotaje, prácticamente aprendió solo a hacer funcionar el aparato.

Garros fue uno de los pioneros de la aviación francesa y participó en todo tipo de pruebas, tanto en Europa como en América. De hecho él fue el encargado de formar los primeros aviadores del ejército de Brasil, en 1912. Además, se convirtió en el primer aviador en conseguir cruzar el Mediterráneo en 1913, tardando 7 horas y 53 minutos en hacer la ruta entre Frejue (Costa Azul) y Bizerta (Túnez). Roland Garros era una celebridad. Y entonces estalló la Primera Guerra Mundial.

Los historiadores consideran aquel conflicto como la verdadera entrada al siglo XX. Marcó el final de una época y dio origen a nuevas cosas. En uno de los ámbitos donde se pudo apreciar más fue en la aviación militar. Al comenzar la guerra, los aparatos sólo realizaban tareas de reconocimiento y, como mucho, los pilotos intercambiaban disparos de revólver con el adversario o dejaban caer algún obús contra líneas enemigas. Enseguida, sin embargo, se incorporaron mejoras en los aviones. Roland Garros tuvo un papel clave en el diseño de los cazas franceses. Por ejemplo, propuso blindar las hélices y mejorar el mecanismo para disparar la ametralladora que montaron en los aparatos.

La necesidad de épica en tiempos de guerra convirtió a los pilotos en una especie de caballeros del aire, evocando las justas medievales. Incluso se contaban las victorias conseguidas. En 1915 Garros ganó tres combates, pero en 1916 fue abatido y hecho prisionero. En 1918 consiguió escapar y volver a Francia. Y voló de nuevo. El 2 de octubre ganó, pero tres días más tarde unos Fokker alemanes hicieron estallar su aparato. Era la víspera de su treinta aniversario y sólo faltaban cinco semanas para firmar el Armisticio.

Nueve años más tarde, en 1927, su antiguo amigo Émile Lesieur era presidente de Stade Français. La entidad tenía que acoger la Copa Davis, pero el problema es que había que construir una nueva pista para el evento. Lesieur sólo aceptó hacer las obras con la condición de que la cancha se bautizara con el nombre de Roland Garros, que por extensión, a partir de 1928, también dio nombre al Campeonato de Francia, organizado desde el 1891. Y así, desde entonces, el torneo de tierra batida lleva el nombre de un as del aire.

Tenistas catalanes célebres

La intelectualidad catalana de los años veinte y treinta estaba muy pendiente de todo lo que pasaba en los países de Europa, como la práctica de los nuevos deportes que se iban popularizando. Entre los tenistas más célebres de aquella época hay algunos nombres ilustres como el poeta Josep Carner, el lingüista Pompeu Fabra y el músico Pau Casals.

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