ANÁLISIS

Saber plantarse

Wijnaldum, con el Liverpool.

Wijnaldum, con el Liverpool.

Sònia Gelmà

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Joan Laporta lleva tres meses en el cargo y ya hemos visto que el camino no será tan placentero como el optimismo de su campaña nos podía hacer intuir. Su carisma sigue intacto pero el proyecto deportivo ha resultado ser más confuso de lo que quizás requería el momento. 

Rescato como mejor noticia hasta el momento un no-fichaje: Wijnaldum. No critico su calidad futbolística, ni que el Barça procurara ficharlo. Era un jugador del agrado del entrenador y quedaba libre, se entiende que el club hiciera el intento. Pero celebro que Laporta fijara su oferta económica y se plantara, sin ni siquiera dudar sobre si pujar en una subasta con el PSG. 

Obviamente resulta mucho más fácil ser sobrio en la gestión cuando miras la caja y ves las telarañas, pero cabe aplaudir que en este caso se frenara cualquier tentación. Wijnaldum tenía en su poder decidir qué proyecto le interesaba más, y teniendo en cuanto su nulo vínculo con Barça, era previsible que le pareciera más atractiva la oferta francesa, que casi doblaba la azulgrana a nivel económico y que no era inferior —incluso a corto plazo superior— en el aspecto deportivo. 

En tiempos de estrecheces, nadie discute que el Barça no suba un euro su oferta por el exjugador del Liverpool

En otros tiempos, con un club económicamente holgado, hacer de malo de la película y decir no a un fichaje se hubiera topado con la incomprensión tanto externa como interna. El mismo Koeman hubiera podido levantar la voz. Pero en tiempos de estrecheces, nadie discute que el Barça no suba un euro su oferta. 

Se impone la razón perdida. Porque hasta ahora la rueda giraba y giraba, y nadie sabía cómo pararla. Los traspasos se disparaban y los presidentes se liaban la manta a la cabeza, porque se lo podían permitir. Los sueldos subían de manera desorbitada y nadie se atrevía a plantarse. Por miedo a un escarnio público, por temor a la reacción de sus socios. La pandemia apareció para rescatarles y ahora, por obligación, deben frenar en seco. Empezar de nuevo y, esta vez, no rebasar los límites de lo coherente. Ventajas de una sequía que se antoja larga.