Proyectos controvertidos

Aeropuerto y Hermitage, no al no

No parecen mal negocio, sobre todo si como se sabe no se trata de rascar los bolsillos de las administraciones locales sino tan solo de obtener beneficios

El proyecto del Museo del Hermitage.

El proyecto del Museo del Hermitage. / EL PERIÓDICO

Xavier Bru de Sala

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Hay puertas que se pueden abrir y cerrar a voluntad. Otras en cambio, solo se pueden cerrar, con plena seguridad que una vez consumado el sencillísimo gesto de clavar un ligero empujón ya no se volverán a abrir. Es el caso tanto de la ampliación del aeropuerto como del Hermitage. Dos oportunidades para Barcelona que no se presentan porque las instituciones las reclamen, las planifiquen o tengan que esforzarse en financiarlas sino que, en un caso AENA y en el otro un grupo de inversores, creen que son de interés general y que les convienen como empresas. Tanto el aeropuerto como el Hermitage salen gratis, y quizás de aquí, de la tan catalana falta de costumbre, y por lo tanto aversión, a tenerlo todo pagado, ni que sea un triste café, la suspicacia con la que se contemplan desde mentalidades estrechas.

En principio, tanto incrementar la conexión de Barcelona como plataforma global como disponer, aunque sea en préstamo temporal, de unos fondos de arte de primer nivel, no parecen mal negocio, sobre todo si como se sabe no se trata de rascar los bolsillos de las administraciones locales sino tan solo de obtener beneficios. Pocos o muchos, pero al fin y al cabo beneficios, o en el peor de los casos, sin pérdidas. ¿A santo de qué pues precipitarse a cerrar puertas de golpe, sobre todo cuando siempre estamos a tiempo de eso? Si se tratara de un ahora o nunca, pues mira. Pero no es el caso. Los promotores del Hermitage no se dan por vencidos a pesar de la negativa municipal. Es probable que los gestores de AENA aprovechen la posible negativa de Barcelona para acabar de concentrar todas las inversiones en Madrid. Así pues, en vez de reacciones intempestivas de las que nos podemos arrepentir, más vale seguir los trámites, incluso sin comprometerse del todo; poner condiciones, tratar de maximizar los beneficios. En el caso del aeropuerto, se precisa ante todo una autorización medioambiental europea. Pues esperamos qué resuelven. En el del Hermitage, convendría pedir la lista de artistas y de iconos que los de San Petersburgo están dispuestos a exponer en Barcelona.

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