Salud pública

¿Realmente se podría haber evitado?

Las recomendaciones de los expertos de la OMS tienen un punto de vista utópico. Hay que plantearnos cambios factibles ahora mismo

Una investigadora trabaja en el desarrollo de una vacuna contra el covid-19.

Una investigadora trabaja en el desarrollo de una vacuna contra el covid-19. / Alexander Zemlianichenko Jr

Joan Guix

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Frente a cualquier epidemia y, especialmente de la actual pandemia, hay tres preguntas a formular. ¿Qué se tendría que haber hecho? ¿Qué se podía hacer? ¿Qué se ha hecho?.

La primera pregunta, qué se tendría que haber hecho, es puramente retórica. La respuesta tan solo se puede plantear una vez conocida toda la información, transcurrido un tiempo y, por lo tanto, es, en la práctica, absolutamente intrascendente a la hora de gestionar el presente, aunque es esencial para extraer lecciones a aplicar para evitar nuevas crisis.

El informe del Grupo Covid19 'Haz que sea la última panemia' impulsado por la OMS y presentado en las últimas semanas responde más bien a esta primera pregunta. Los titulares de la mayoría de los medios de comunicación van en la línea de “los expertos dicen que la pandemia se habría podido evitar”. Decir esto es hacer trampa.

Si un oso enloquecido ataca a un hombre que tan solo dispone de un bastón para defenderse y el oso destroza al hombre, siempre podremos decir que esta muerte se habría podido evitar si el hombre hubiera llevado un fusil en lugar de un bastón. Cierto. Pero la realidad es que el hombre solo tenía un bastón. No tenía un fusil y no sabía que le aparecería un oso. En esta situación es jugar con las cartas marcadas decir que se habría podido evitar. Todo se puede evitar si conocemos qué pasará después.

El informe, enfocado desde una visión macro, considera que se han desestimado los avisos previos de pandemias inminentes y que se ha despreciado el conocimiento científico; encuentra problemas a nivel de lentitud en los circuitos de alerta y notificación, carencia de estrategia conjunta, de coordinación y de liderazgo a nivel mundial. También denuncia una mala financiación de los mecanismos de vigilancia epidemiológica, la carencia de efectividad de la OMS y la agudización de las desigualdades.

La realidad es que la Salud Pública siempre ha sido vista por los Gobiernos más como un gasto poco efectivo que como una inversión, y esto se traduce en una financiación ridícula para dar respuesta a lo que se espera habitualmente y, ya no digamos, para hacer frente a emergencias como la del covid-19.

La experiencia de la capacidad de respuesta a anteriores brotes epidémicos y pandemias, especialmente en el países occidentales (SARS, Ébola, Zika, Vacas Locas, Gripe A y gripe aviar), ha sido adecuada y no se ha considerado necesario invertir más en Salud Pública al verlo como un capital inmovilizado, poco productivo. Si ya vamos tirando, no hay que gastar mucho más. Curioso que esta misma lógica no se aplique, por ejemplo, a las fuerzas armadas. Si no tenemos guerras, ¿por qué hacen falta ejércitos? No ha sido así en algunos países asiáticos en los cuales la pandemia del SARS impactó fuertemente y evidenció la necesidad de un sistema de salud pública fuerte y capacitado. “Si vis pacem, para bellum”, decían los romanos, y de esto sabían.

Las recomendaciones para evitar una nueva pandemia son: promover el liderazgo en materia de salud mundial, reforzar la OMS, invertir en preparación, crear un nuevo sistema mundial de vigilancia, crear una plataforma para acceder a herramientas y suministros, una nueva financiación internacional para bienes públicos universales y una coordinación eficaz a nivel nacional e internacional.

Indiscutible. Cierto. Pero las conclusiones de los expertos de la OMS se hacen desde una visión utópica, válida tanto para evitar una pandemia, como la pobreza o el cambio climático. Un mundo más justo evitaría nuevas pandemias y otras muchas cosas. Pero la realidad es tozuda y no puede ser ignorada. No hablo de conformismo. Hay que luchar, pero mientras tanto hay que ser realista y, sin renunciar a lo que tendría que ser, teniéndolo como una referencia y un objetivo, plantearnos cambios factibles ahora mismo. Las nuevas pandemias no esperarán. En primer lugar, hay que arreglar los problemas locales. Después, ya hablaremos a nivel mundial.

Ciertamente se cometieron errores. Y aquí es cuando hay que plantearse y responder a las otras dos preguntas que decíamos al inicio: ¿Qué se podía hacer? ¿Y qué se hizo?

Hay que actuar mejorando la vigilancia epidemiológica, no solo a nivel humano, sino también a nivel de salud animal y ambiental. Hay que mejorar el mecanismo de coordinación. Hay que reforzar las estructuras e incrementar la financiación. Hay que hacerlo ya y de forma sostenida. Pero sin perder de vista la realidad y sin esperar que el mundo se arregle y sea máss justo.