De cómo nos gusta correr

La nueva prestación de Whatsapp consiste en acelerar la velocidad de los mensajes de voz. Desde que fue posible enviar grabaciones (y no tener que teclear en un ínfimo teclado largos escritos), ha habido de todo. Desde simples advertencias o encargos hasta confesiones íntimas o interminables discursos que se responden con un misérrimo "ok" o con una nueva nota de voz, "porque así voy más rápido”. Comprobar la duración del mensaje muchas veces es el anuncio de una losa que te cae encima, minutos y minutos de charla, una extensa parafernalia en diferido.

Ahora, como decía, se pueden acelerar. La primera reacción es hilarante, porque se parece a aquellas bromas que consisten en tragar aire de un globo para distorsionar la voz. Si lo multiplicas por 1,5, vas a la idea y coges la esencia del discurso. Si el factor es 2, entonces no entiendes nada. Nos ahorra momentos muertos, que es lo que todos queremos, ir al grano. Quizá también estaría bien una función que dilatara las palabras. Primero, reiríamos, claro, como si nos hablaran desde la ultratumba. Después asumiríamos el mensaje con parsimonia y dejaríamos que se colara en nuestra vida mientras batimos los huevos para la tortilla de espárragos.

Suscríbete para seguir leyendo