Aeropuerto de El Prat

Catalunya se merece un aeropuerto internacional de primer nivel

No podemos aspirar a atraer talento e inversión, ingredientes esenciales para las actividades de alto valor añadido, sin contar con un aeropuerto conectado con todo el mundo

Viajeros en el aeropuerto de El Prat, en mayo pasado

Viajeros en el aeropuerto de El Prat, en mayo pasado

Josep Sánchez Llibre

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El aeropuerto de Barcelona acumula todas las razones para ser considerado una de las infraestructuras esenciales y prioritarias que deben disponer de todos los recursos necesarios y, entre ellos, también el del consenso y el acuerdo. Barcelona es uno de los principales destinos turísticos de Europa, pero ambiciona también ser centro de conocimiento, investigación y cultura. En un mundo globalizado y con una creciente importancia de las ciudades versus los Estados resulta imprescindible disponer de la mejor conectividad aérea. No podemos aspirar a atraer talento e inversión, ingredientes esenciales para las actividades de alto valor añadido, sin contar con un aeropuerto internacional de primer nivel, conectado con todo el mundo.

El Aeropuerto JT Barcelona-El Prat ha sido, es y tiene que seguir siendo una historia de éxito, pues eso permite también la mejora de la actividad y la competitividad de la economía catalana.

Cuando se aprobó, a principios del siglo XXI, su Plan Director, ya se previó que podría necesitarse una última ampliación, con una Terminal Satélite, por un lado, y la necesidad de ampliación de la pista paralela corta en unos 500 metros, a fin de permitir la autonomía de las pistas, como se fijó en su inicio, con un campo de vuelo de 90 aviones/hora, que se vio ligeramente alterado por razones de reducción acústica, en tanto no se aprovechase totalmente su potencial, que resulta estratégico para nuestra economía.

La posible afectación a zonas protegidas no solo será y debe ser compensada, sino que las actuaciones serán suficientemente significativas para la mejora medioambiental del Delta del Llobregat

Esa mayor capacidad debe aprovecharse para la mejora del hub que se da en el Aeropuerto de Barcelona y para profundizar en el interesante trabajo que desarrolla el Comité de Rutas, a fin de ampliar las conexiones de largo radio y transoceánicas.

Adicionalmente, la inversión prevista de 1.600-1.700 millones de euros, supone un impulso de la actividad, en unos momentos de crisis, a la vez que reduce el ya denunciado déficit de infraestructuras que padece la economía catalana.

Sin lugar a dudas, la posible afectación a zonas protegidas no solo será y debe ser compensado, sino que las actuaciones serán suficientemente significativas para la mejora medioambiental del Delta del Llobregat ya que, si no lo fuese, difícilmente tendrá la aprobación por las autoridades europeas. De ahí, que no debe únicamente fijarse en la cuestión medioambiental apriorísticamente, ya que esta vertiente será sustancialmente mejorada con las actuaciones que se anuncian por parte de AENA, que ha manifestado que como mínimo serán de una relación 1:10.

Por todo ello, creo que estamos en un proyecto win-win, que necesita de un acuerdo y de una negociación que satisfaga entre todos los intereses generales, para disponer de un aeropuerto internacional de primera magnitud, como se merecen Barcelona y Catalunya.

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