Camino hacia la recuperación

Volver a gobernar

La mejor manera de sumar más catalanes a la causa de la independencia es autogobernarnos más y mejor

Pere Aragonès

Pere Aragonès / EFE / ANDREU DALMAU

Carles Campuzano

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No lo tendrá fácil el ‘president’ Aragonès. Investido casi en tiempo de descuento, con el acuerdo firmado con la CUP de someterse a una moción de confianza en el plazo de dos años y con las calculadas “deserciones” de dirigentes de su socio de gobierno, que parecía que buscaban deslegitimar los acuerdos de coalición recién firmados, no parece, de entrada, que este sea el gobierno fuerte y estable que el momento y el país requieren. Pero a favor del ‘president’ Aragonès juegan algunos factores. De entrada, una sociedad catalana que, fatigada por la pandemia y el enquistamiento del conflicto político entre Catalunya y el Estado, tiene necesidad de un Govern que trabaje y no caiga en la trampa del bloqueo. 

Los sectores más dinámicos y emprendedores del mundo económico, social, cultural, científico y tecnológico tienen hambre de políticas, de un Govern que tome decisiones, que construya alianzas y colaboraciones para encarar los enormes desafíos y problemas que tenemos que afrontar. 

Hemos escuchado estos días a muchas y plurales voces de la sociedad civil organizada reclamando un gobierno y evitar la repetición electoral. Justamente a favor del ‘president’ Aragonès juega las comparaciones con la etapa del ‘president’ Torra, que marcada por las dramáticas y excepcionales circunstancias del otoño del 2017, sufrió, desde el primer momento, un clima de permanente interinidad, agravada desde el momento que el ‘presidente’ Torra dio por acabada la legislatura, a finales de enero del 2020 y acompañada por una retórica legitimista, pero impotente, de los primeros meses de aquel Govern donde se esperaba el “momentum”, que nunca fue, pero que alejaban en la prioridad de la acción política el gobernar el país. 

La tontería de afirmar que el autogobierno ganado a pulso por el catalanismo durante estos últimos 40 años era un problema para avanzar hacia la independencia profundizaba en la idea que gobernar y gobernar bien no eran las prioridades políticas de aquel ejecutivo. No parece que esta idea marque la agenda del ‘president’ Aragonès. Todo lo contrario. Con los límites competenciales y financieros que tiene la Generalitat parece que hay ganas de demostrar que la mejor manera de sumar más catalanes a la causa de la independencia es autogobernarnos más y mejor. Y es que no es de ninguna de las maneras incompatible gobernar bien con la denuncia sistemática y con firmeza de los límites del autogobierno y los agravios e insuficiencias fiscales que sufrimos.

Es muy obvio que la prioridad del Govern tendrá que ser la recuperación económica, en el contexto poscovid y en un momento de profundas transformaciones de todo orden que están definiendo este tiempo histórico como un verdadero cambio de época. Las disrupciones tecnológicas acumulativas y sucesivas, la emergencia climática, los nuevos escenarios geopolíticos, el envejecimiento de la sociedad, las nuevas tendencias de consumo y las nuevas preguntas alrededor de las identidades personales conforman este paisaje. 

Los gobiernos han asumido un rol más activo y determinando en el destino de las economías. Las ideas de la economista Mariana Mazzucato, a favor de un estado más emprendedor y de modelos de colaboración público-privado más orientados a crear valor y resolver problemas han ganado peso. Pero como dice la misma Mazzucato, no se puede tener pereza en la creación de riqueza. Y es que la urgencia social que sufrimos necesitará , claro que sí, redistribución, pero si no somos capaces de crear riqueza muy poco podremos distribuir.

Ahora bien, será la gestión del conflicto político lo que acabará marcando de manera inevitable la legislatura. Nadie se puede engañar. La línea pragmática del diálogo y la voluntad de acordar, que muchos hemos reclamado, es aquella que parece que en la práctica se esté imponiendo. Es también una buena noticia. Pero aquí las responsabilidades son compartidas con el Gobierno de Pedro Sánchez. Y hasta ahora, y más allá del “talante”, pocos avances concretos que avalen el realismo de los republicanos se han cumplido. La piedra de toque son los indultos a los presos políticos. Con los indultos ni muchos menos habremos resuelto nada, pero además de aligerar el sufrimientos de los presos y sus familias, también empezaremos el lento camino hacia la recuperación de la confianza política, imprescindible para buscar una salida en el conflicto. Habrá tormenta, pero saldremos de esta.

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