Contra la retórica

La valentía de Jordi Sànchez

Ha encontrado para Junts, entre los 'friquis' y las ensoñaciones de Waterloo, una tercera vía donde pactar sin renunciar a sus ideas: su viaje se parece mucho al que emprendió Esquerra en el 2018

El secretario general de JxCat, Jordi Sànchez, durante una rueda de prensa en la sede del partido en Barcelona, el pasado 7 de mayo de 2021.

El secretario general de JxCat, Jordi Sànchez, durante una rueda de prensa en la sede del partido en Barcelona, el pasado 7 de mayo de 2021. / EFE / ANDREU DALMAU

Ernest Folch

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Ya se sabe que en la Catalunya política nada es lo que parece y mucho menos lo que se dice. Del 'procés' ya solo quedan restos de la vieja espuma retórica y la dura realidad de los presos políticos. Solo así se entiende que haya sido un preso, Jordi Sànchez, con su autoridad indiscutible, el que haya logrado doblegar las brutales resistencias internas de Junts a firmar al fin un acuerdo de mínimos con ERC. A medio camino entre su inhóspita celda y el peligroso laberinto del artefacto político posconvergente, Sànchez ha sido capaz de arrancarle a ERC un pacto inmejorable para sus intereses al mismo tiempo que sometía a las almas descarriadas de su organización que todavía proclaman, aunque no se lo crean, que hay que aplicar el mandato del 1-O. Jordi Sànchez sabía que entre las ensoñaciones estériles del exilio y el 'friquismo' de personajes como Joan Canadell (el que tuitea que "España es paro y muerte , y Catalunya es vida y futuro"), había una tercera vía en la que se puede ser independentista pero con voluntad de pactar y gobernar, y sin hacer el ridículo. Y es que el pacto de gobierno le permite a Jordi Sànchez emprender el mismo viaje hacia la centralidad que inició Esquerra en el 2018: solo así se entienden las folclóricas renuncias de Artadi y del entorno de Puigdemont a asumir la vicepresidencia, porque no hay nada peor que te hagan aterrizar en la realidad cuando llevas años repartiendo carnets de dignidad con postureos estériles.

Jordi Sànchez ha sido valiente, ha tomado el poder y ha empezado bien, pero le esperan por supuesto saboteadores dentro de su propia casa, especialmente entre los oráculos y tuiteros, bien alimentados por Waterloo, que llevan años viviendo de hinchar globos y de acosar a los infieles. No es casualidad que Pedro Sánchez haya enviado al ministro Iceta a sellar discretamente la toma de posesión de Aragonès: no es el único que se ha dado cuenta que esta vez, tras la retórica de siempre, asoma un cambio sustancial: Junts empieza a moverse. Y todo gracias al nuevo 'jefe': se llama Jordi Sànchez. 

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