Apunte

Traición de Estado

El PP ha roto con una tradición muy importante: apoyar sin fisuras al Gobierno en una cuestión de Estado

Pablo Casado, presidente del PP, durante unas reciente intervención pública

Pablo Casado, presidente del PP, durante unas reciente intervención pública

Javier Aroca

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En la sesión de control al Gobierno, algo muy importante se ha roto. Una tradición, apoyar sin fisuras al Gobierno en una cuestión de Estado. También, uno de los rasgos que la derecha española exhibe: su patriotismo y defensa de los valores nacionalistas del Estado.

No ha sido así. Desde el 'majzen' , el poder en torno al monarca autoritario marroquí, se respiró con profunda satisfacción, tras sufrir el despecho unánime de la UE. En la sede de la soberanía nacional, el Congreso, el líder de la oposición, Pablo Casado, se situaba en las tesis contrarias al Gobierno de España.

La traición es cruda, sin aditivos ni colorantes; la derecha ha perdido su campo semántico, ese que no dudaría en aplicar a los miembros del Gobierno de coalición progresista, si hubieran cometido un error semejante.

El calificativo de traición no es baladí. Días antes de la crisis ceutí, Casado no tuvo reparos en participar en rondas con partidos del 'majzen', a los que habría prometido una posición combativa contra el Gobierno.

La derecha sensata trina. Conceder la razón a Marruecos en el caso de Brahim Gali es grave, es aceptar que las acciones de un gobierno democrático en el ejercicio de la soberanía nacional  están subordinadas a los caprichos y bravuconadas de un monarca autoritario y déspota .

No es la primera vez, antes Casado se había posicionado en la UE junto a los gobiernos ultraderechistas de Hungría y Polonia, para impedir que el Fondo de Recuperación llegara a España .

El error histórico del PP enraíza en los despropósitos con el antiguo Protectorado. No se siente incómodos con los cien mil “moros” de Franco, su Guardia, el general Mizzian, Ifni, el Sáhara.

Luego está su escisión de extrema derecha; braman los herederos y creídos propietarios del ejército franquista, que perdió Ifni y salió con el rabo entre las patas del Sáhara, entregando una provincia cuyos representantes jalonaban de blanco las Cortes franquistas. Con DNI, pero abandonados en una cesión infame, otra, que aún envalentona a Marruecos.