BARRACA Y TANGANA

Pagar por sufrir

A estas alturas de la vida no veo una película si sé que lo voy a pasar mal, y no empiezo una serie si sé que voy a sufrir por ello, pero en el deporte no le encontramos remedio

Drummond intenta bloquear un tiro de Curry en el Lakers-Golden State.

Drummond intenta bloquear un tiro de Curry en el Lakers-Golden State. / Jayre Kamin-Oncea

Enrique Ballester

Enrique Ballester

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Ahora apuntas a tu hijo a fútbol y no te dicen que va a jugar al fútbol. Eso sería demasiado fácil, eso sería un insulto. Ahora apuntas a tu hijo a fútbol y te dicen que se va a desarrollar integralmente como persona. Es sin duda un objetivo ambicioso, acorde a la complejidad de los nuevos tiempos. Cuando yo era niño y jugaba al fútbol los objetivos eran más modestos: pasar el rato, ganar algún partido y que no te rompieran los huesos. Yo ahora dejo a mi hijo en el entrenamiento y le digo adiós con un recuerdo: “Haz caso a los entrenadores y desarróllate bien como persona”. Cuando lo recojo al salir no le pregunto si ha marcado algún gol o si han hecho un partidillo con petos. Cuando sube de vuelta al coche la pregunta está clara: “¿Te has desarrollado integralmente como persona?”

Mi hijo por suerte no dice nada. No sé si se desarrollará como señalan las pautas, pero está claro que yo no me desarrollé por completo, y ahora él lo paga. Yo el otro día estaba pensando por qué a los empresarios del sector del juguete nadie les dice que maduren de una vez, que ya son mayorcitos para estar ahí con los jueguecitos; por qué nadie les dice a esos señores que dejen de fabricar juguetes y se pongan a fabricar cocinas de verdad, pistolas de verdad y casas de verdad, que ya tienen una edad, que ya va siendo hora. Por qué nadie lo dice. Me pareció la mejor idea que he tenido en mucho tiempo, ya lo veis, y ahora siempre que puedo la cuento.

Cansancio tonto

Hoy tengo sueño y estoy cansado y también os lo cuento. He dormido apenas cuatro horas por ver un partido de baloncesto. La típica cosa que si me obligaran a hacerla me quejaría, que si me obligaran me negaría. Pero resulta que he dormido apenas cuatro horas por voluntad propia, por ver un partido de los Golden State Warriors, que ni siquiera los aficionados estadounidenses de los Warriors verían el partido si tuvieran que quedarse, como nosotros, hasta las cinco de la madrugada despiertos. Y no solo lo he hecho gratis, es que encima pago por verlo. Este cansancio tonto que siento sin duda lo merezco, consecuencia segura de haber jugado al fútbol de niño sin desarrollarme por completo.

Stephen Curry, la estrella de Golden State Warriors.

Stephen Curry, la estrella de Golden State Warriors. / Kyle Terada

Y no solo tengo sueño y pago por ello, es que además los Warriors perdieron. Es algo que deberíamos corregir, si lo analizamos un momento. A estas alturas de la vida no veo una película si sé que lo voy a pasar mal; no empiezo una serie si voy a padecer por ello, pero en el deporte no le encontramos remedio. Ocurre mucho con el fútbol: mi equipo probablemente baje este año y jornada tras jornada es un sufrimiento.

Hace poco se dio una secuencia terrible. Primero un lateral entró con la pelota en el área e iba a centrar, pero se despistó mirando a quién se la podía pasar y casi se sale del campo él solo. Al intentar evitarlo se la dio a un rival, que montó la contra y casi nos marcan. Volvimos al ataque en la continuación y el otro lateral centró tan mal que la sacó fuera del estadio. De repente empecé a reírme solo, frente a la tele, medio majara tras ese minuto mágico. Estaba sufriendo, quiero decir, retorciéndome en el sofá, condicionando mi vida y dejándome la salud por un sinsentido, por un esperpento. Rocé el límite, y digo que lo rocé porque al rato se me olvidó y ahí seguimos, pagando y sufriendo. Es mejor no pensarlo, en realidad, porque si lo piensas es absurdo y no conviene entenderlo. Los empresarios del juguete no maduran y nosotros tampoco.