ARTÍCULO DEL DIRECTOR

El artículo de Albert Sáez: La mirada de Ana

La periodista Ana Alba, durante el rodaje del documental 'Condenadas en Gaza'.

La periodista Ana Alba, durante el rodaje del documental 'Condenadas en Gaza'.

Albert Sáez

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Una comunidad se reconoce, entre otras cosas, en las muertes que siente como propias. Hace algo más de un año, en pleno confinamiento, en EL PERIÓDICO sentimos como propia la muerte de la periodista Ana Alba, corresponsal en Jerusalén del diario durante 10 años. Los que conocimos a Ana nunca olvidaremos sus ojos, lo primero que encontrabas en su rostro. Eran unos ojos tan amables como penetrantes y casi hablaban por si solos, proyectaban una alegría inmensa de vivir, con toda la esperanza, pero sin ningún cinismo. Con esos ojos, Ana desarrolló una mirada periodística de primera división. Primero en Sarajevo y en Kosovo, donde trabajó para el diario Avui. Como les ocurre a los grandes corresponsales, en la redacción se sentía enjaulada y permanentemente proponía temas e historias para desplegarse sobre el terreno. No le era fácil conseguirlo en un diario con recursos muy limitados. Luego la reencontré en EL PERIÓDICO, donde cubrió hasta su muerte la información de Oriente Próximo. Ahí le pilló el cáncer aunque no dejó de trabajar ni un solo día de los que no pasó en el hospital.

Rendimos homenaje a Ana con la presentación del documental Condenadas en Gaza. Se trata de un trabajo que hizo con su compañera Beatriz Lecumberri y que resume a la perfección su trayectoria: dedicó los últimos meses de su vida a retratar el drama de las palestinas que sufrían la misma enfermedad que ella, pero que esa guerra infinita les impedía recibir el tratamiento que tenían a pocos kilómetros. Un conflicto geoestratégico resumido en una historia humana. El progreso de las personas lastrado por la lucha por el poder. Solo la mirada penetrante y esperanzada de Ana podía identificar una historia que resumiera tan bien esa situación. Esa es la mirada del periodismo: ver para entender, no por pura morbosidad. Eso es lo que intentamos cada día, en esa Gaza que vuelve a sufrir, en Ceuta o en la conurbación de Barcelona. Y ese es el homenaje diario que rendimos a los que como Ana nos han precedido en este oficio. Un diario es la suma de talento periodístico, una empresa editora solvente y un público comprometido. Ana puso todo su talento en el nuestro y hoy le devolveremos un poco de su generosidad que. seguramente, heredó su madre quien, durante el secuestro de Marc Marginedas en Siria, nos acompañó cada semana sufriendo por él como si hubiera sido Ana. Y Ana sufrió por los mujeres enfermas de Gaza como estaba sufriendo ella. Seguiremos por ella.