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España puede, Catalunya quiere

La descentralización de las inversiones estratégicas posibilitará la creación de centros nacionales de investigación en el territorio catalán

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Joan X. Comella

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Estamos en un momento clave para la ciencia y la innovación en España. La llegada de los fondos europeos 'Next Generation EU' de recuperación económica y resiliencia, que destinarán 3.380 millones de euros a I+D+i en salud según la última versión del documento 'España Puede' elaborado por el Gobierno, es una oportunidad única que no podemos desperdiciar.

Quisiera recordar que la última gran apuesta decidida por la investigación por parte del Gobierno de España fue durante la primera legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero, cuando se duplicó el presupuesto para investigación y desarrollo. Una cifra que lamentablemente a día de hoy no se ha vuelto a alcanzar. Tuve el privilegio de vivir esa época como director de la Agencia Nacional de Evaluación y Prospectiva (ANEP) y posteriormente como director de la Fundación para la Ciencia y la Tecnología (FECYT). La crisis posterior y unos gobiernos que no han priorizado la ciencia y la innovación hicieron que España pierda posiciones y oportunidades tanto en ciencia como en innovación.

A modo de ejemplo, a finales de 2017, vimos como Barcelona, una de las ciudades favoritas en la carrera para acoger la sede de la Agencia Europea del Medicamento (EMA), se quedaba con la miel en los labios. Fue la ciudad de Ámsterdam la que se hizo con el pilar de la Unión Europea en lo que a seguridad de los medicamentos y salud pública se refiere. 

Sin embargo, Catalunya ha demostrado a lo largo de las últimas dos décadas ser una potencia mundial en investigación biomédica y en particular en investigación clínica, en el ámbito de la salud, con un alto grado de especialización y, a la vez, con una singularidad regional que nos sitúa entre los mejores de Europa, en posiciones equiparables a Holanda o Suecia.Y, además, ha demostrado que tiene la capacidad para generar riqueza a través de la inversión en investigación. Con una contribución del 7,3% al PIB de Catalunya y con más de 230.000 puestos de trabajo generados, no es de extrañar que des del año 2016 se mantenga como la mejor región del sur de Europa para la inversión extranjera en el sector 'biotech' y 'medtech', según se extrae del 'Informe de la BioRegión 2020 - Retos en adelante', elaborado por Biocat y CataloniaBio & HealthTech.

Recientemente la revista 'Newsweek' publicaba la lista de los 100 mejores centros hospitalarios del mundo en 2021, entre los que se encuentran dos hospitales catalanes: el Hospital Universitario Vall d’Hebron y el Hospital Clínic de Barcelona. Esto no es de extrañar, si tenemos en cuenta que Catalunya cuenta con una red estructurada de nueve de los mejores hospitales universitarios de España.Todo esto dibuja un ecosistema perfectamente construido para acoger grandes infraestructuras de salud que, desafortunadamente, no se ha aprovechado hasta ahora. Catalunya acoge el Barcelona Supercomputing Center - Centro Nacional de Supercomputación, el sincrotrón Alba o el Centro Nacional de Análisis Genómico, pero no cuenta con ninguna gran infraestructura de salud. 

Ahora tenemos una ocasión única para aprovechar esta coyuntura tan favorable que, durante años, Catalunya ha estado construyendo en salud. La estrategia 'España puede' impulsará, entre otras acciones, un Plan de Terapias Avanzadas y Personalizadas para promover la investigación y desarrollo de terapias avanzadas y crear estructuras que faciliten la fabricación y distribución de las terapias innovadoras. Es necesaria una descentralización de las inversiones estratégicas que haga posible la creación de centros nacionales de investigación en el territorio catalán. Hablamos de centros nacionales de investigación en terapias avanzadas, medicina personalizada, neurociencias o inteligencia artificial aplicada a la salud, con un modelo de gobernanza moderno y en los que Catalunya pueda actuar como coordinador. Los ejemplos del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas o el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares, ambos situados en Madrid, son un buen referente de gobernanza moderna para próximos centros nacionales que se quieran constituir. 

Si bien ahora ya somos un centro de referencia para las 20 primeras multinacionales farmacéuticas que confían en nosotros para llevar a cabo ensayos clínicos de desarrollo de medicamentos, nuestro objetivo es diseñar y generar estos medicamentos en fases preclínicas. 

Ha llegado el momento de hacer políticas de Estado en mayúsculas, apostando por la inversión en infraestructuras nacionales permanentes de ciencia de impacto, de ciencia que transforme la salud y de ciencia que permita cambiar el modelo económico, en beneficio del conjunto de la sociedad, tal y como han hecho Boston y Tel Aviv. Catalunya ha sido pionera y quiere seguir siendo un modelo de referencia para el conjunto del Estado y entre las regiones europeas más dinámicas y para ello necesita estos centros nacionales de investigación en salud para que actúen como 'hubs' para atraer talento, conocimiento y riqueza.