Denuncia
En casa nos han robado la placa
Son tres años fugado y aquí han pasado tantas cosas que el Vivales empieza a ser un recuerdo difuminado
El presidente del Parlamento Europeo, el pobre David Sassoli, ha de enfrentarse a crisis de alcance mundial que jamás hubiera imaginado. Una cosa es vérselas con una pandemia que ha matado a miles de europeos, con un conflicto israelí que amenaza convertirse en una espiral de violencia, o con un gobierno ruso sospechoso de eliminar a los disidentes. Mal que bien, eso lo va trampeando, pero hay hechos que rebasan lo humanamente aceptable.
-Le repito que me deje en paz, no sé quién es usted y me importa un bledo si le han robado una placa de la puerta de su casa. No me tire más de la manga, haga el favor. ¡Seguridad!
Harto de que Sassoli no le haga caso ni se ponga al teléfono -«señorita, si llama el catalán pesado, dígale que no estoy»-, el Vivales tomó medidas extraordinarias: publicó un tuit. En él, afirmaba que no aceptará ninguna violencia ni intimidación hacia su compromiso político. Antes ya había denunciado los hechos a la policía belga.
-¿Y qué dice que le han robado, monsieur Vivales?
-Una placa que había colocado yo mismo. Ponía «Casa de la Republiqueta».
-Errr... ¿Y ya está?
- ¿Les parece poco? Soy el presidente de la Generalitat número 312, o un número parecido, no recuerdo bien.
Cada vez es más difícil conseguir notoriedad, son tres años fugado y aquí han pasado tantas cosas que el Vivales empieza a ser un recuerdo difuminado. El robo de la placa es un buen intento, pero yo iría un poco más allá y la semana próxima denunciaría que unos chavales han llamado al timbre de la Casa de la Republiqueta y han echado a correr, no sé, cosas así, que demuestren cómo sufre un presidente exiliado.
-Buenos días Sassoli, hace días que le espero aquí, a la puerta de su despacho. Hoy, en la calle, dos niños me han sacado la lengua y...
-¡Seguridad!
Supongo que los robos de placas están considerados crímenes contra la humanidad. En mi edificio, nos han robado hace poco la que decía que no se admite publicidad, y como quiera que los vecinos no aceptamos ninguna violencia ni ninguna intimidación, lo hemos denunciado a Sassoli y a la policía belga. No es que la placa tuviera mucha utilidad, puesto que la propaganda llegaba igual, pero menos la tiene una placa que diga Casa de la Republiqueta, si no hay republiqueta.
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