Pros y contras
Los argumentos de siempre

Soldados israelís de la unidad de artillería, cerca de la frontera entre Israel y la Franja de Gaza. /
Se reproducen los argumentos de siempre, al menos desde 1948. Israel tiene derecho a defenderse porque vive en un territorio hostil. Israel tiene derecho a usar la fuerza para luchar contra el terrorismo. Israel recoge la herencia del exterminio judío y fundamenta su fortaleza en la mala conciencia de los herederos de quienes lo perpetraron o lo permitieron. Estas máximas están grabadas en acero en la geopolítica internacional y llegan al paroxismo cuando la violencia deja de ser latente y se vuelve vívida, dolorosa. El frágil edificio de Oriente Próximo se sustenta en un triángulo diabólico: derechos adquiridos por reparación histórica; alianzas interesadas, más o menos clandestinas, como el llamado Acuerdo de Abraham con los Emiratos Árabes; y absoluta (o casi absoluta) impunidad de un Estado que se ha convertido en potencia militar.
Los argumentos de siempre son rebatidos por judíos con conciencia humanitaria (no manchéis con la indecencia de la sangre la memoria de los que fueron exterminados) y por un recordatorio nada amable para los sionistas: ellos también fueron terroristas bajo el protectorado británico para conseguir el estatus que ahora tienen y que han ido alimentando sin misericordia.
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