Política y covid

La vacuna catalana

Imagino la noticia: “Catalunya consigue su propia vacuna gracias a no malgastar esfuerzos formando gobierno”

Inyectar la segunda dosis con una vacuna diferente aumenta los efectos secundarios leves

Inyectar la segunda dosis con una vacuna diferente aumenta los efectos secundarios leves

Xavier Sardà

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

No entiendo cómo los independentistas no han conseguido una vacuna propia. Si aspiran a tener un país con todo lo que eso implica, están perdiendo una oportunidad de oro. Si Catalunya sorprendiese a España y al mundo con una vacuna punt cat, sería una de las campañas de promoción más brutales para la Catalunya independiente.

Imagino la noticia: “Catalunya consigue su propia vacuna gracias a no malgastar esfuerzos formando gobierno”.

Claro que, si los científicos se llevasen tan mal como los políticos indepes, la idea de la vacuna catalana sería realmente utópica. Los del laboratorio de Junts per l'Antivirus no soportarían a los del adenovirus del resfriado de chimpancé republicano, y los del ARN cupaire se negarían a colaborar con los científicos sociatas.

Si esto les parece increíble, se lo preguntan ustedes a Oriol Mitjà que, si fuese por la consellera de Salut estaría en los calabozos de los Mossos per la Indepèndencia.

Las mascarillas están muy bien, más allá de la cuestión sanitaria. Resulta bastante sedante que los políticos que tardan meses en formar gobiernos no nos enseñen toda la cara. Nos ahorran así la enorme y procaz jeta al desnudo.

Por el contrario, los delincuentes lo tienen mucho mejor con la mascarilla. Los retratos robots son muy semejantes y todos parecen familiares de El Zorro. Por lo visto las ruedas de reconocimiento en las comisarías son inútiles. Vamos, que los Pujol ahora se irían de rositas.

Por fin Iglesias se corta la greña. Es evidente que no podía cortársela mientras estaba en activo por una cuestión de imagen. De mala imagen, vamos. Pensar que el hombre quería cambiar el país y paradójicamente, no podía cambiarse el peinado. Imagino a los asesores diciéndole: “De cortarte la coleta nada, si acaso hazte un moño”.

Los expertos dicen que la coleta era un símbolo político diferenciador y que el mal vestir era una afrenta contra el sistema. Pues se acabó. Iglesias se ha atrevido a cambiar su 'look' a los 42 años. El sistema respira aliviado.

Suscríbete para seguir leyendo