apunte

Impuestos con demagogia

Los tributos son necesarios y los discursos que alegran los oídos, no; además de que pueden resultar un desastre para los servicios públicos

Isabel Díaz Ayuso, durante la entrega de trofeos del torneo de tenis Masters 1000, de Madrid

Isabel Díaz Ayuso, durante la entrega de trofeos del torneo de tenis Masters 1000, de Madrid

Agustí Sala

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La palabra lo dice todo: impuestos. No son ni voluntarios ni atractivos ni un invento actual. Desde los sumerios hace 6.000 años o el antiguo Egipto, donde se gravaba y controlaba todo, que se conocen. Hoy no llegamos a que los inspectores indaguen en nuestras cocinas para ver si empleamos aceite gravado como sucedía en la era faraónica, pero siguen siendo un elemento de disputa.

En España, con la pugna entre partidos como deporte nacional, se critican o ensalzan sin razonamientos ni pedagogía. Al Gobierno, consciente de que deberá recaudar más y reparar las desigualdades agravadas por la crisis pandémica, le cuesta reconocerlo en público. Y eso pese a la corriente predominante, con el Fondo Monetario Internacional (FMI) defendiendo gravar más las rentas altas o la OCDE, que agrupa a los países más desarrollados, animando a reforzar el impuesto de sucesiones como elemento de equidad, la tendencia a reforzar la tributación verde o la apuesta bastante general de una imposición mínima global para las multinacionales.

Pero el problema es el discurso tan rentable de la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, la punta de lanza de las rebajas de impuestos. En el trasfondo, la tesis más neoliberal: bajar impuestos aumenta los ingresos al generarse más actividad. Ya lo dijo Ronald Reagan en EEUU en los años 80, con ventajas que suelen favorecer a los más ricos. El problema vino después, con déficits gigantescos y recortes de gastos que siempre afectan a los más necesitados.

Las sociedades requieren servicios públicos e impuestos para financiarlos. La cuestión es cuánto de cada cosa, que es lo que no nos cuentan. Van a lo fácil. Los discursos que alegran los oídos atraen, aunque pueden ser un desastre a la larga, al menos para las capas más humildes. Hasta la OCDE ha cuestionado los mensaje de Ayuso. Los impuestos son una imposición, pero necesaria, la demagogia, que es "la práctica política consistente en ganarse con halagos el favor popular", según la RAE, es voluntaria e innecesaria, como ese populismo que critican muchos de los que lo practican.

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