La enrevesada investidura

Camino del desastre

Estamos abocados a elecciones: ERC y Junts ya no pueden ni quieren gobernar juntos, ERC no quiere pactar nada con el PSC y el PSC solo desea la presidencia

GRAF261  BARCELONA  22 04 2021 - El vicepresidente del Govern en funciones  Pere Aragones (i) conversa con la presidenta del Parlament  Laura Borras  minutos antes del acto protocolario por la Diada de Sant Jordi este jueves en Barcelona  EFE Marta Perez

GRAF261 BARCELONA 22 04 2021 - El vicepresidente del Govern en funciones Pere Aragones (i) conversa con la presidenta del Parlament Laura Borras minutos antes del acto protocolario por la Diada de Sant Jordi este jueves en Barcelona EFE Marta Perez / EFE / Marta Perez

Eulàlia Vintró

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Si la última convocatoria electoral ya volvió a evidenciar las discrepancias en el interior del Govern catalán, el resultado electoral no ha servido para clarificar el panorama político, está generando graves consecuencias y, seguramente, nuevas elecciones en pleno verano.

Eran factibles dos grandes mayorías, la de izquierdas con el PSC, ERC y ECP y la independentista con ERC, Junts y la CUP, ambas con 74 escaños, pero esta con 84.992 votos menos. Solo ERC podía elegir y optó por la mayoría independentista.

Teniendo en cuenta la gravedad de la situación general de Catalunya así como la inexistencia desde hacía muchos meses de un Gobierno capaz de gobernar, era imprescindible que los partidos elegidos por ERC, la fuerza hegemónica de este bloque, asumieran su responsabilidad y pactaran en poco tiempo el programa y composición del nuevo Gobierno.

El calendario existe

La elección de la Mesa del Parlament y de su presidencia ya manifestaron que el clima de entendimiento entre ERC y Junts no había mejorado, ya que Junts vivía mal haber perdido por primera vez su condición de líder y a ERC le angustiaba que fuera tan pequeña la diferencia a su favor. Formalmente se aceptó que el nuevo ‘president’ fuera Aragonès y que la presidencia del Parlament recayera en la persona que Junts escogiera. Y así fue en cuanto al Parlament, pero la presidencia de la Generalitat, hoy, casi dos meses después, está pendiente.

ERC y la CUP firmaron un acuerdo de gobierno en pocos días, pero Junts está al margen. A pesar de las reiteradas declaraciones de ERC favorables a una negociación rápida y eficaz, Junts ha insistido en la preferencia de hacer un pacto sereno, profundo y estable y no ser esclavos del calendario. Pero el calendario existe, y el día 26 de mayo, si no hay nuevo ‘president’, se convocarán de forma automática nuevas elecciones.

No sabemos casi nada del contenido del posible pacto en temas tan importantes como la salud, la educación, las políticas sociales, la lucha contra el paro, la recuperación económica, etc. Sí nos explican las discrepancias: el papel del Consell per la República y su jefe, Puigdemont, la posición conjunta que ambos partidos tienen que defender en el Parlamento español, aunque ERC tiene 13 diputados y Junts 4, y en la asignación de consejerías.

División en Junts

También se va haciendo pública la división de Junts: una parte quiere pactar y gobernar para mantener poder y cargos y otra prefiere repetir las elecciones para recuperar la hegemonía. Jordi Sànchez asumió que ERC gobernara en solitario y con su apoyo desde fuera mientras que Carles Puigdemont acaba de decir que no van a regalar sin compensaciones los cuatro votos que necesita Aragonès. En efecto, la suma de ERC, CUP y ECP queda a cuatro escaños de la de PSC, Vox, Cs y PP, que votarán en contra.

Este galimatías ha quedado algo difuminado por la campaña electoral madrileña y por el final del estado de alarma. Pero las consecuencias son muy perjudiciales para la ciudadanía: seguimos en una situación grave con respecto a la pandemia; el mundo económico, industrial, comercial y laboral tiene infinitas reclamaciones y propuestas pendientes sin que la Generalitat las atienda; el cansancio y el desánimo reinan entre la gente y unas nuevas elecciones se ven como un desastre. ¿Alguien puede creer que un gobierno en minoría será fuerte y eficaz? ¿Alguien se imagina que los dos grandes partidos independentistas podrán recuperar la confianza, el respeto y la lealtad mutuas? Quizá deberían abrir la puerta a la mayoría de izquierdas y hacer frente con empuje y sensibilidad a la complicada realidad.

Sin embargo, estamos abocados a elecciones: ERC y Junts ya no pueden ni quieren gobernar juntos, ERC no quiere pactar nada con el PSC y el PSC solo desea la presidencia. ECP, para evitar nuevas elecciones, negocia el apoyo a ERC siempre que Junts quede al margen, y el resto de partidos ni opinan. Las dos próximas semanas asistiremos a unas falsas polémicas que tendrán un único objetivo, hacer recaer en los demás la responsabilidad de la convocatoria electoral para ganar algún voto más. El PSC confía en seguir siendo el primer partido y en mejorar el número de votantes, ERC en mantener e incrementar el liderazgo del sector independentista y Junts en recuperar la hegemonía de este sector. No será, pues, sorprendente que con estas ambiciones, legítimas dentro de cada partido pero insustanciales respecto a las angustias ciudadanas, la gente pase de votar. El anunciado acuerdo de mínimos entre los independentistas demuestra el alargamiento de esta agonía interminable.

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