El diálogo en Madrid

Catalunya, ¿baraka o tumba de Sánchez?

O el PSOE toma la iniciativa sobre los indultos o todo se deteriorará de forma acelerada para los intereses de la izquierda española

Primera reunión de la Mesa de Diálogo entre el Gobierno y la Generalitat, en febrero de 2020

Primera reunión de la Mesa de Diálogo entre el Gobierno y la Generalitat, en febrero de 2020

Joan Tardà

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El debate político español continuará girando, los próximos meses, alrededor de las consecuencias de la victoria del PP en Madrid. La derecha, publicitando que se ha iniciado el vendaval azul que expulsará a Pedro Sánchez de La Moncloa y el PSOE, repitiendo por todas partes que el fenómeno Ayuso es solo una peculiaridad madrileña.

En todo caso, el socialismo solo podrá salir adelante si mantiene las complicidades con las fuerzas que le facilitaron la investidura, a las cuales no se les puede negar haber actuado con coherencia y espíritu colaborativo. Ejemplo de ello son la responsabilidad con que han facilitado la cogobernanza de la pandemia, la aprobación de los Presupuestos, la implicación en todo lo que atañe a la salvaguarda de las paredes maestras del Estado del bienestar y del sistema público de pensiones, y el consenso del diseño de los fondos de reconstrucción de la Unión Europea.

Indultos

Contrariamente, el Gobierno español, en cuanto a los indultos, no ha sido tan diligente. Todo lo contrario. Los retrasos y las dudas también respondían a especular con que el mantenimiento de Ciudadanos le permitiera deshacerse, a medio plazo, del apoyo de los republicanos catalanes y de Bildu. Dicho en otras palabras, Pedro Sánchez, que había hecho lo imposible para atraer a Albert Rivera, tendrá que desistir, después del 4-M: Arrimadas será cuestionada como líder estatal y un adelanto electoral en Andalucía puede convertir a su partido en una opción todavía más residual.

Al final, pues, como escribió Monterroso, el dinosaurio (en este caso, catalán) estaba allí. Es decir, o el PSOE toma la iniciativa el día siguiente de recibir el dictamen no vinculante sobre los indultos que está terminando el Tribunal Supremo y el Gobierno español se compromete a iniciar la fase de diálogo y negociación con el futuro Govern presidido, más temprano que tarde, por Pere Aragonès, o todo se deteriorará de forma acelerada para los intereses de la izquierda española.

El republicanismo catalán ha impedido que las tesis proclives a hacer fracasar la existencia de una Mesa de Diálogo pudieran salir bien, más allá de los sectores del independentismo interesados en debilitar el liderazgo de Oriol Junqueras. No obstante, ERC ha convertido en mayoritaria una percepción de la realidad distinta a la que se ha formulado desde Junts per Catalunya, a menudo contaminada por imaginarios alejados de la realidad y cautiva de las prisas fundacionales para muscularse contra reloj, razón por la cual desde Waterloo se ha priorizado espolear a los 'convencidos' más que a convencer a los indiferentes.

Hoy, ningún independentista que tenga los pies en el suelo (es decir, con posibilidades de hacer ganadora su causa) puede obviar que un diálogo y una negociación que desemboque en unos acuerdos será un proceso de una enorme complejidad política y se convertirá en una verdadera conquista democrática que requerirá tiempo, evaluación permanente de la correlación de fuerzas entre las partes y movilizaciones.

La Mesa de Diálogo solo saldrá adelante si el Gobierno español asume que toda solución es susceptible de ser refrendada, siempre y cuando sea el fruto de un acuerdo entre las partes.

En consecuencia, el riesgo de fracaso de la Mesa de Diálogo no vendrá dado porque no se consiga, en las primeras fases, lo que solo podrá lograrse en las últimas. Lo que puede provocar que descarrile, enquistando y empantanando el conflicto entre el Estado español y Catalunya, es empezarla mal. Por ello, es de agradecer la rotundidad con la que el republicanismo ha afirmado que no es posible construir la independencia contra los catalanes que no son independentistas, razón por la cual encima de la Mesa de Diálogo también tiene que figurar la opción de una mayor autonomía, a refrendar. Es preocupante, pues, que la contraparte todavía no haya reconocido públicamente que se tendrá que debatir también, a la vez, cómo y de qué manera quienes hicieron posible el 52% de sufragios independentistas el 14-F podrán ver reflejada su opción.

Dicho en otras palabras, la Mesa de Diálogo solo saldrá adelante si el Gobierno español, desde el momento cero, asume (y el PSC recupera) aquello que Pere Navarro y Miquel Iceta dejaron guardado en el cajón, tiempo atrás: que toda solución (¡sea la que sea!), es susceptible de ser refrendada, siempre y cuando sea el fruto de un acuerdo entre las partes.

Si no es así, la Mesa de Diálogo empezará mal (o no empezará), fracasará, adquirirán mayor protagonismo quienes nunca la han querido y todo el mundo se hará daño. También Pedro Sánchez.

Suscríbete para seguir leyendo