Contexto

Arrasa la derecha y Julio César estuvo cerca de Madrid

Han votado los madrileños -más de tres millones y medio- pero quedamos por votar casi 35 millones en todo el Estado. Otra cosa es que el aznarisno, travestido de ayusismo, crea que ha comenzado su ascenso

Isabel Díaz Ayuso y Pablo Casado se dirigen a sus simpatizantes desde el balcón de la sede del PP en Madrid, tras conocer los resultados electorales.

Isabel Díaz Ayuso y Pablo Casado se dirigen a sus simpatizantes desde el balcón de la sede del PP en Madrid, tras conocer los resultados electorales. / Mariscal / Efe

Javier Aroca

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Cuando escuché temprano a José Luis Ábalos, secretario de organización del PSOE, se estaban poniendo las tablas del post-4-M. Ábalos se refería al desastre de la capital del reino como un fracaso del PSM, es decir, con una sutileza advertida, ponía distancia entre el PSOE y los socialistas madrileños. Falsa distancia porque el PSM hace años que solo existe en los platós y, en todo caso, quien torpemente hizo la contraparte a Isabel Díaz Ayuso desde tiempo -insistió en la campaña-, fue Pedro Sánchez.

El PP de Madrid corría a lo contrario: Madrid es España y, por tanto, Ayuso también. Había ganado España y, una vez salvada, le tocaba a Sánchez rendir cuentas de su asalto fallido a la capital de la libertad. 

Ayuso es ya el ayusismo, es decir, una suerte de trumpismo castizo y tardío. Llega, por cierto, como casi todas las cosas de España, a destiempo, cuando, desde ultramar, Joe Biden lidera la superación de las malas consecuencias que para la igualdad y la democracia tiene un neoliberalismo ultraderechista desenfrenado por ganar dinero y barrer, si fuera preciso, las libertades con mayúsculas y la igualdad con todas las letras. 

Ni que decir tiene que el proyecto que tutela José María Aznar es lo que pretende por muy antiguo y trasnochado que nos pueda parecer. El trumpismo carpetovetónico suena familiar entre la derecha de origen franquista que nunca sintió asco por lo antiguo y atávico.

A esa aspiración no ha sido capaz de enfrentar la izquierda convencional, es decir, el PSOE -PSM, dice Ábalos-. En Madrid, ha sido derrotado el bloque de izquierdas que aspiraba a gobernar pero quien ha fallado ha sido el PSOE. Más Madrid y UP han crecido. Es decir, el discurso tímido y tibio del PSOE, o socialismo de los 'spin doctors', ha sido superado por su derecha -porque los votantes de Cs a los que susurraba Gabilondo se han ido con el ayusismo- y por su izquierda que, sin embargo, ha crecido. Este PSOE, recuerden el “este Iglesias”, se ha quedado sin ubicación, además de la urgencia de montar algo para unas elecciones regionales que volverán de nuevo en apenas dos años.

El ayusismo, mientras acecha a Pablo Casado, reclama proyección nacional, el PSOE la niega. Son las cosas del 'madrileñismo', convencido de que sus elecciones regionales son la 'superliga' política y que el resto peninsular juega en preferente. Pero no, han votado los madrileños -más de tres millones y medio- pero quedamos por votar casi 35 millones en todo el Estado. Otra cosa es que el aznarisno, travestido de ayusismo, crea que ha comenzado su ascenso.

El bloque de izquierda ha sido arrasado pero lo peor es su derrota cultural. Los resultados, mirados por barrios, pueblos, cinturones, edades, clases sociales, colectivos identitarios, son demoledores y una enmienda a los mitos de la política madrileña. Tendrán que trabajar y mucho, abandonar discursos caducos, resucitar palabras muertas, pero son solo la izquierda de Madrid y nada más. España, ni la de derecha ni la de izquierdas, no es Madrid.