Contexto

Una victoria contundente, una derrota inapelable

El efecto Ayuso ha reunificado a la mayoría de la derecha madrileña, que no es lo mismo que la derecha española. Se ha confirmado que el "vivir a la madrileña" arrasa en Madrid, no que sirva para ganar en España.

José Luis Ábalos, en el acto sobre vivienda celebrado con el candidato a la presidencia de la Comunidad de Madrid, Ángel Gabilondo

José Luis Ábalos, en el acto sobre vivienda celebrado con el candidato a la presidencia de la Comunidad de Madrid, Ángel Gabilondo

Antón Losada

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Toda la campaña hemos escuchado repetir que las elecciones de Madrid se habían convertido en un plebiscito sobre Díaz Ayuso y un referéndum contra Pedro Sánchez. La conclusión parece indiscutible. Ayuso ha ganado su plebiscito y Sánchez ha perdido su referéndum. Al votante de derecha se le ofreció un dos por uno y ha agotado las existencias. En una carrera donde ha resultado más verdad que nunca eso de que la política moderna apela a los sentimientos, la derecha ha demostrado conocer mejor las emociones de su electorado; 15 puntos de diferencia lo acreditan.

Ayuso suma más que el total de la izquierda. Ha funcionado su estrategia de convertirse en la némesis de la gestión de la pandemia del Gobierno central para capitalizar el malestar. No precisa de Vox para ser investida. Mucho menos necesitará hacerles un hueco para gobernar. La ultraderecha habrá de conformarse con lo que les den y un vermú.

La presidenta madrileña ha devorado el hueco dejado por el derrumbe de Ciudadanos. Les ha dado a muchos votantes populares la razón que andaban buscando para regresar a casa. Sin embargo, no ha atraído igual a quienes se marcharon a Vox. El partido de Abascal sigue consolidando su espacio incluso ante una candidata diseñada para ocuparlo. La única mala noticia para los populares. Acaso también la evidencia de que la estrategia de renunciar a debatir con la derecha extrema sólo beneficia a Vox.

Pablo Casado debió ejercer de telonero para tener su minuto de gloria desde el balcón de Génova en una victoria que todo el mundo sabe que no le pertenece. El efecto Ayuso ha reunificado a la mayoría de la derecha madrileña, que no es lo mismo que la derecha española. Se ha confirmado que el "vivir a la madrileña" arrasa en Madrid, no que sirva para ganar en España.   

La izquierda pierde las elecciones, aunque nadie las pierde tanto como los socialistas. Más Madrid y Unidas Podemos pueden alegar que sumaron más. Los socialistas solo haber perdido la tercera parte de sus votos. Se puede culpar a Ángel Gabilondo, pero la derrota le pertenece a Pedro Sánchez. Los sueños de los estrategas de Moncloa acaban produciendo monstruos. Se agigantó a Vox en las generales para debilitar al PP y llamar al voto para pararlos, pero se les convirtió en la tercera fuerza política de España. Se agigantó la figura de Díaz Ayuso para echar a la derecha a Casado, pero el resultado ha sido verla doblar votos y diputados.

El ruinoso negocio político de Pablo Iglesias al renunciar a la vicepresidencia para competir en Madrid solo podía acabar en renuncia. La jugada del líder se ha saldado con un punto y medio más en votos. Era o Yolanda Díaz, o la extinción. El 'sorpasso' moral de Mónica García y Más Madrid parece el único consuelo que le queda a una parte de la izquierda. También deja alguna pista sobre cómo competir cuando la derecha abraza sin complejos el neopopulismo. Si apelar a los sentimientos no funciona, prueben a invocar a la razón.

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