Al toque

Herencias dobles

España tiene músicos por encima de sus posibilidades y el nuevo disco de Martín Caminero es un diamante que no puede pagar un fondo buitre

El contrabajista Pablo Martín Caminero

El contrabajista Pablo Martín Caminero / Simone Fratini.

Silvia Cruz Lapeña

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Hace diez años, José Blanco declaró: “Los españoles hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”. El portavoz del Gobierno de José Luis Rodríguez-Zapatero lo dijo en medio de una crisis económica durísima. Recuerdo lo que desató como si fuera ahora, también que el plural que usó el ministro de Fomento, más que mayestático me pareció fullero: ni él ni su jefe, por ejemplo, estaban entre los bobos que creyeron que el progreso era endeudarse para asentarse y morirse, a poder ser, dejando herencia. Tampoco los especuladores y los fondos buitre que hicieron fortuna con el 'boom' del ladrillo que ocasionó en buena parte aquella crisis.

“Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades” fue una de esas citas que provoca ruido político, mediático y algunas chanzas, hasta que acaba convertida en muletilla dicha siempre con retintín, como si no fuera posible que la frase fuera cierta ya en ningún contexto. Es lo que tienen en común chicles y chistes: que si se alargan mucho, acaban sin saber a nada.

Yo también la usé bastante, por eso a veces reaparece en el lugar menos pensado. Esta semana, sin ir más lejos, en el Auditorio Nacional de Madrid, fila 3, asiento 26, escuchando ‘Al toque’, estreno del próximo disco del contrabajista Pablo Martín Caminero. Allí, viéndolo hacer un tributo sin guitarras a la guitarra flamenca, la cantinela regresó sin esperarla. “En España tenemos ‘tocaores’ por encima de nuestras posibilidades”, pensé al escuchar sus versiones de Manolo Sanlúcar, Moraíto o Vicente Amigo.

La frasecita volvió cuando Martín Caminero abordó ‘Arabia’, del maestro Sabicas, y el percusionista Paquito González adornó la danza árabe sacando de su chistera un instrumento que de lejos parecía un ramillete de chapas, monedas y cascabeles. Luego entró el piano de Moisés P. Sánchez y cerré los ojos. Era tan evocador lo que hacían, que sin moverme del asiento logré bailarla. Luego, “Al Niño Miguel”, de Rafael Riqueni: homenaje sobre homenaje y el corazón, por la boca. Para cuando llegaron sus relecturas de Juan Manuel Cañizares, Gerardo Núñez o Paco de Lucía la frase ya había mutado, ampliándose: “Tenemos unos músicos por encima de nuestras posibilidades”, pensé sin acabar de dar crédito a que Martín Caminero hubiera creado algo tan bello y luminoso durante una pandemia tan descorazonadora, de forma tan particular para su gremio.

Sí, España tiene músicos por encima de sus posibilidades y ‘Al toque’ es un diamante que no puede pagar un fondo buitre. Una herencia de otro tipo y doble, la de los maestros recordados y la que ese trío deja a quienes los ven y a los que vienen: una lección que invita, más que a pensar en grande, a mirarse en los grandes, usarlos como espejo y trabajar así desde el margen de mejora. “Vale para músicos, periodistas o políticos”, me corrijo en las notas de voz grabadas al salir para escribir este artículo, en las que me oigo formular una duda también doble: ¿En quién se miraría José Blanco? ¿Quién se mira hoy en José Blanco?

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