Estrategia de ERC

No era un ultimátum, era un farol

Pla mitja del vicepresident de Govern en funcions  Pere Aragones  dirigint-se a la reunio del consell executiu del 27 d abril del 2021  Horitzontal  Ruben Moreno   Presidencia ACN

Pla mitja del vicepresident de Govern en funcions Pere Aragones dirigint-se a la reunio del consell executiu del 27 d abril del 2021 Horitzontal Ruben Moreno Presidencia ACN / ACN / PRESIDENCIA / RUBÉN MORENO

Jordi Mercader

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Pere Aragonès lanzó un ultimátum a sus incómodos socios de Gobierno. De no ser atendido antes del 1 de mayo su requerimiento para alcanzar una resolución terminante y definitiva de las negociaciones, exploraría fórmulas alternativas al Gobierno de coalición con el partido de Puigdemont. Los negociadores de JxCat ni se inmutaron. Un ultimátum sin plan B es un farol y los faroles no ayudan a construir una imagen presidencial. Y eso es justo lo que pretende JxCat después de haber interiorizado que la presidencia se les escapó por un puñado de votos: socavar el liderazgo y el prestigio de Aragonès sometiéndole a un penoso trámite de investidura fallida y exhibiendo desgana ante sus urgencias por ocupar el Palau de la Generalitat. 

El Gobierno en minoría de ERC no es un plan B, es una hábil trampa de Jordi Sànchez que supondría un suicidio político para los republicanos y un desastre para Catalunya al prolongar el periodo de inoperancia gubernamental inaugurado en enero de 2020. Todas las dificultades que Aragonès puede imaginarse de la repetición del Gobierno con JxCat se multiplicarían de tener que negociar pleno a pleno el apoyo parlamentario de sus adversarios-aliados, quienes al no asumir responsabilidades de gestión ganarían libertad de movimiento.

Las dos únicas versiones de un plan B creíble y preocupante para JxCat serían la repetición electoral y el Gobierno de izquierdas. Los republicanos no son tan ingenuos como para poner en peligro voluntariamente la soñada presidencia de la Generalitat y el Gobierno de progreso choca con la exigencia del PSC de presidir el nuevo tripartito. No es de extrañar que ERC no contemple estas hipótesis ni en los instantes de mayor desespero por el ninguneo al que les somete públicamente JxCat. Sin embargo, sin alternativas no tiene sentido un ultimátum; tampoco lo tiene resistirse a configurar un Gobierno que dada la igualdad obtenida en las urnas no irá mucho más allá del intercambio de posiciones de poder respecto del que presidió Torra.