Conocidos y saludados

El candidato inusual

Ángel Gabilondo Pujol se tiene por soso, serio y formal. Y así lo ha lucido en su espot de campaña, ironizando sobre su figura y circulando contra dirección. Un papel al que ha sucumbido hasta reivindicarse como candidato a la presidencia de la Comunidad de Madrid y no a liderar la izquierda. 

Ángel Gabilondo

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Josep Cuní

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Hay estilos que se heredan. Y teorías que sostienen que tendemos a juntarnos con aquellas personas que tienen una personalidad parecida a la nuestra. De ahí que solemos buscar aquello que sea similar a nosotros hasta acabar con la elección de una mascota que parece cortada por el mismo patrón que su dueño. Así lo estudió Michael Roy, profesor de Psicología de la Universidad de California, en una investigación que dio mucho que hablar.

Uno de los primeros trabajos en política que hizo Isabel Díaz Ayuso fue en el departamento de prensa del consejero de Justicia e Interior de la Comunidad de Madrid presidida por Esperanza Aguirre. Allí conoció a la lideresa con quien empatizó hasta crearle y gestionar la cuenta de Twitter de Pecas, el perro de la entonces voz del liberalismo más audaz y descarado. Y como después Ayuso pasó a llevar la campaña digital de la candidata Cristina Cifuentes, siguió forjando su perfil de conocedora y fomentadora de las redes sociales como vehículo de activismo político. La suma de todas aquellas experiencias se descubre ahora en el doble y exitoso frente que subrayan las encuestas: su capacidad de acercarse a las nuevas generaciones con las que comparte intereses digitales y la sagacidad de un lenguaje directo y popular que la lleva a rebatir argumentos a sus oponentes diciéndoles que no se los creen ni ellos en una noche en un karaoke pasados de copas. O a quienes la amenazan con balas, instándoles a que le manden lomo embuchado. Porque si se trata de que le envíen cosas, ha dicho, ella se presta.

El descaro y el insulto no le representan, pero con esto ha sido exactamente con lo que ha tenido que lidiar

Así las cosas, no debería sorprender que su actuación pública esté más cerca del desenfado de sus hadas madrinas que de la sensatez filosófica del rival que le ganó los comicios hace menos de dos años, pero que no consiguió gobernar. 

Ángel Gabilondo Pujol (San Sebastián, 1 de marzo de 1.949) se tiene por soso, serio y formal. Y así lo ha lucido en su espot de campaña, ironizando sobre su figura y circulando contra dirección tanto de sus oponentes como de sus matizados compañeros ideológicos. Un papel al que ha sucumbido hasta reivindicarse como candidato a la presidencia de la Comunidad de Madrid y no a liderar la izquierda. Lo ha dicho a la vista del riesgo de verse superado por Mónica García de Más Madrid, flagelo de Ayuso y distancia de Iglesias. 

Jugando con dos de los títulos de los libros de su autoría, el profesor Gabilondo se nos ha presentado como “alguien con quien hablar” enfrentándose a una campaña “mortal de necesidad”. Y de poco le ha servido advertir que no cree en la bronca y que el descaro y el insulto no le representan, porque esto ha sido exactamente con lo que ha tenido que lidiar. Él, que ha recordado que en Madrid no falta dinero y sobra espectáculo, ha sido víctima del 'show' que han montado algunos de sus compañeros de reparto. No es extraño pues, que se le haya percibido como el pulpo que tanto enseñó a su estudioso en el documental de Netflix que se ha llevado un Oscar. Inteligente superviviente de los zarpazos de sus depredadores de los que se ha zafado para ser fiel a su esencia personal. La que en letra de la canción de Loquillo que inspiró su presentación dice: “No vine aquí a hacer amigos, pero sabes que siempre puedes contar conmigo”. Solo que, el rockero tenía menos contemplaciones.  

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