Misión espacial

El rencor de Buzz Aldrin

Ya fue a la luna con el ego herido: en realidad, el primero a pisar la luna tenía que ser él, pero, cuando faltaban cuatro meses por la gran fecha, la NASA decidió que sería Collins

El astronauta Buzz Aldrin caminando sobre la superficie lunar en una imagen tomada por Armstrong.

El astronauta Buzz Aldrin caminando sobre la superficie lunar en una imagen tomada por Armstrong. / periodico

Maria Rovira

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Este miércoles falleció con 90 años Michael Collins: “El hombre que no pisó la luna”, “El astronauta olvidado”, “El hombre más solitario del cosmos”... El papel menos lucido de la misión, pero fundamental: mientras Armstrong y Aldrin andaban por la superficie lunar, hacían fotos y recogían muestras, él tenía que hacer que la nave Columbia orbitara la luna. Lo hizo 30 veces. Pasó 21 horas en un segundo plano, sin compañía, esperando que la cápsula Eagle llevara, recogiera y devolviera sus compañeros. Richard Nixon llamó a los héroes de la nación y les dedicó un parlamento solemne que empezaba diciendo: “Hola, Neil y Buzz, os hablo desde el Despacho Oval de la Casa Blanca…”. En ningún momento hizo mención al tercer hombre.

El de Collins ha pasado a la historia como el papelón por antonomasia. Ir hasta la luna… y marchar sin pisarla. “¿No te mortifica esto?”, le preguntaron durante años. Él, sin embargo, vivió y murió tranquilo. Se sentía un privilegiado por el hecho que uno de los tres asientos de Apolo 11 llevara su nombre. Sabía que no era el papel protagonista pero estaba contento, y en ningún momento de su vida manifestó frustración ni resentimiento, sino orgullo, satisfacción y gratitud. “El hombre más solo desde Adán”, como se refirieron algunos medios, lo llevó perfectamente.

Como reacción humana y visceral, a mí me interesa mucho más la de Buzz Aldrin, el único que queda vivo de la misión. De entrada ya fue con el ego herido: en realidad, el primero a pisar la luna tenía que ser él, pero, cuando faltaban cuatro meses para la gran fecha, la NASA invirtió el orden. Las hipótesis apuntan una preferencia por Armstrong porque era civil y de carácter discreto. Aldrin, en cambio, era un militar excéntrico con tendencia a ser problemático.

Michael Collins afirmó que Aldrin estaba más resentido por no haber sido el primero que contento por haber sido el segundo.

Qué perdición, la de quienes no saben disfrutar de lo que tienen y les supera; ni siquiera yendo a la luna. “Cómo puede estar tan contento, este”, debía de pensar Buzz. “¿Por hacernos de chófer? ¿A quién pretende engañar? ¿Qué hago con estas ganas de darle una hostia?"