SEMIFINAL DE LA CHAMPIONS

El Real Madrid gana empatando

Benzema

Benzema / REUTERS

Emilio Pérez de Rozas

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Yo lo siento (o no), pero un montón de las copas, todas ellas brillantes, que inundan la sala de trofeos de esa bombonera en que Florentino Pérez ha convertido el estadio Santiago Bernabéu (¡¡¡y aún no está acabado!!!) se han ganado de esta manera. Por citar solo, solo, un ejemplo, la Liga de la pandemia, sin más.

Thomas Tuchel, que sabe de fútbol un rato, sabe que hoy perdió el partido, veremos si la eliminatoria. Muchos de los suyos regresaron a Inglaterra creyendo que habían empatado en el estadio Alfredo Di Stéfano e, incluso, que salían favoritos de Valdebebas. Esos, que lo sepan ellos (ustedes ya lo saben, ya), no tienen ni idea de fútbol y, mucho menos, de la historia del Real Madrid (reciente).

El Real Madrid, su camiseta, su escudo, su historia, su gen competitivo no juega, gana. Ellos saben que no son la esencia del fútbol: aquí te pillo y aquí te mato. Decía, creo que Luis Aragonés, que “el Atlético es el contragolpe, el Barça el que juega bien y el Real Madrid el que te gana”.

El turco Ergin Ataman, que había apalizado al Real Madrid de basket, perdón, de Pablo Laso, en Estambul dejándolo contra las cuerdas, creyó, también hoy, que presentándose en los últimos cinco minutos con 13 puntos de ventaja había eliminado ya a los merengues de la Euroliga. Trataron de pasearse, casi de chulearles, y el Madrid sacó el coraje y los mató en cinco minutos, remontándoles 13 puntos, con un parcial de 19-2.

Cuando tú tienes al Real Madrid de Zinedine Zidane y su inmensa flor contra la cuerdas en los 20 primeros minutos de una semifinal (ida) de la Champions, como lo tuvo el Chelsea en Valdebebas, o le metes los cuatro (o cinco) que mereces o estás muerto, amigo, ¡muerto! Y Tuchel lo sabe. Tuchel se va a pasar las seis siguientes noches soñando que Courtois lo parará todo en Stamford Bridge y que el enorme, el tremendo, el inigualable Benzema les matará en dos contras.

Ese es el Real Madrid y así llena sus vitrinas de trofeos grandes. Anoche, cuando se vio vivo, resucitado, tras haber driblado el 1-4 o 1-5 de los primeros 20 minutos, durmió el partido, ni siquiera persiguió el segundo gol y abrazó el 1-1 como lo que era: una victoria.

Del árbitro, igual hablamos en la vuelta.