TV-3 emite un serial sobre presos

El programa 'Presos catalans pel món', que emite la televisión catalana, sirve sobre todo para refrescarnos la memoria, puesto que de no sacarlos TV-3 en pantalla, ni siquiera sabríamos quiénes son Junqueras, Romeva, los dos que se me trabucan y a quienes llamo indistintamente Tururull, y no recuerdo qué otros. El serial tiene un indudable valor didáctico, puesto que recuerda a los ciudadanos que quien se salta la ley suele acabar en la cárcel. Puede parecer una perogrullada, pero en Catalunya se deben recordar las obviedades, aquí la memoria es muy frágil y nuestros gobernantes, desde Pujol al Vivales, tienden a creerse por encima del bien y del mal.

Imagino al pequeño Aragonès tomando apuntes ante el televisor, si es que sus padres le dejan quedarse hasta tan tarde viendo la tele, supongo que sí, al fin y al cabo se trata de un programa educativo.

-¿Ves, Pere? Si no te portas bien, puedes acabar en la cárcel.

-¡Pero hoy me he comido toda la verdura y no he declarado ninguna republiqueta! ¿Puedo comer helado de postre? Porfaporfaporfaporfa, mamá!

-Claro que sí, presidencito mío.

No es que las condiciones de nuestros presos televisivos se revelasen muy penosas, sería más efectivo verlos en un remake de 'El expreso de medianoche', pero en fin, algo es algo. De todas formas, los catalanes somos miedicas por naturaleza, nos basta comprobar que los delincuentes van a prisión, aunque sean prisiones de cinco estrellas, para que nos lo pensemos dos veces antes de infringir la ley.

Se les veía felices, entre rejas. Creo que el indulto sería contraproducente, no para los catalanes, que nos da lo mismo, sino para ellos mismos. En la cárcel son poca cosa, pero por lo menos son alguien, incluso encuentran editorial que les publica cualquier cosa que perpetran, por no mencionar los aplausos del público del plató cuando van al 'FAQS', eso gusta. Si salen de la cárcel -por indulto o por cumplimiento de pena- volverán a ser lo que eran antes de ser unos señores reclusos: nada. No les resultará fácil habituarse a su inanidad, que es el estatus que les corresponde atendiendo a sus méritos. Hay muchos ejemplos de presos que no se adaptan a la libertad y delinquen de nuevo para reingresar en prisión, donde por lo menos son alguien. Todos conocemos el triste final del Vaquilla. No lo queramos para Junqueras.

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