Apunte

Amenazas, polarización y Vox en la campaña madrileña

Nada nuevo bajo el sol: el fascismo destruye la democracia utilizando la propia democracia. Ahora bien, necesita colaboración

Imagen publicada en la cuenta de Twitter de Pablo Iglesias en la que se ve el mensaje y las balas que iban en el sobre.

Imagen publicada en la cuenta de Twitter de Pablo Iglesias en la que se ve el mensaje y las balas que iban en el sobre.

Gemma Ubasart

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El ministerio de interior ha decidido aumentar la protección policial de los candidatos a la presidencia madrileña. Esta decisión llega después de que Iglesias, Grande-Marlaska y Gámez recibieran amenazas de muerte acompañadas de balas de Cetme la semana pasada, y que en esta la ministra Maroto se encontrara con una navaja ensangrentada. El tono de la campaña madrileña ha subido hasta niveles inaceptables. Inaceptables pero lastimosamente previsibles. No presagiaba nada bueno la banalización del hostigamiento y acoso permanente al líder morado y su familia; la deshumanización y cosificación del adversario político en debates públicos o en sede parlamentaria (“ratas”, “lárgate del país”); o la estigmatización de colectivos vulnerables en carteles electorales que cuentan con el visto bueno del juez

Vox ha llegado para romperlo todo. Nada nuevo bajo el sol: el fascismo destruye la democracia utilizando la propia democracia. Ahora bien, necesita colaboración. Desde mi punto de vista el auge del partido de extrema derecha ha requerido y requiere, como mínimo, de tres ingredientes. En primer lugar, una práctica mediática que priorice el espectáculo a la conversación pública fundamentada. Que dé espacio y visibilidad a ciertos mensajes y mentidas: en algunos casos porque el medio tiene agenda política orientada, en otros muchos ni eso. Hablaba Olga Rodríguez de un periodismo “equidistante”, un periodismo político basado en la acumulación de declaraciones que pone en un mismo nivel opresor y oprimido sin tener en cuenta los hechos o el contenido de la argumentación. En definitiva, una lectura superficial de la libertad de expresión y del papel de los medios en democracia. 

En segundo lugar se ha servido del poder que le da la apertura del espacio institucional efectuada por el PP. Los de Abascal tienen un papel relevante en Andalucía, Murcia y Comunidad de Madrid. La frívola normalización que hacen los azules de una fuerza política contraria a la Constitución, tratados internacionales y derechos humanos cuesta encontrar en la familia popular europea. En tercer lugar necesita de la relativización de algunos sectores de las instancias que detentan el monopolio de la fuerza (policía, magistratura y cárcel) del peligro que supone Vox. Es más, es preocupante la cierta permeabilización de una ideología ultra en sujetos miembros de estas instancias. En fin, mucho a trabajar.