El ascenso de la extrema derecha

Vox: todos somos culpables

El ascenso irresistible del neofascismo en España, paradójicamente, nada tiene que ver con ellos mismos, sino con la maravillosa autopista mediática hacia la fama que les hemos contruido entre todos

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Ernest Folch

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Todos, excepto Vox, somos culpables del éxito de Vox. Porque el ascenso irresistible del neofascismo en España, paradójicamente, nada tiene que ver con ellos mismos, sino con la maravillosa autopista mediática hacia la fama que les hemos contruido entre todos. No, Vox no es un invento de Steve Bannon, asesor de Trump, como pretenden algunos cursis politólogos, sino que es el hijo natural de los cientos de miles de horas de radio y televisión que se les ha dado en los últimos años de manera totalmente gratuita, perversa y calculada. Esta ultraderecha nace porque en su momento se hizo pasar el franquismo por una 'dictablanda' para no tener que rendir cuentas de sus horribles crímenes de Estado, pero algo pasó para que los neofascistas pasaran del rincón de los friquis al centro del escenario. Y lo que pasó es muy sencillo: ante el avance del independentismo había que crear una nueva vacuna dado que la primera dosis de Ciudadanos había fracasado.

Pasó que para preparar su entrada en la vida pública había que disfrazar su fascismo y se les tapó con un eufemismo llamado populismo. Pasó que, una vez maquillados, empezaron a entrar en las instituciones. Pasó que les dimos voz en los debates, equiparándoles al resto de fuerzas políticas, y pasó que los medios se dieron cuenta que daba audiencia porque aumentaban la crispacíón. Pasó que un cierto independentismo vio que de la misma forma que ellos engordaban a Vox, Vox les engordaba a ellos, y los dos descubrieron los réditos de la retroalimentación. Pasó que el Estado le puso una toga al fascista Ortega Smith en el juicio del procés, y le regaló horas de audiencia y una pretendida dignidad institucional. Pasó que en el octubre del 2017, cuando sus cachorros pegaban impunemente a gente por la calle, callaron los que ahora se echan las manos a la cabeza. Pasó que, una vez blanqueado, Vox se coló en la magistratura, en los medios, en el centro del sistema. Pasó que les abrimos la puerta, conscientemente, impunemente, públicamente. Pasó que ahora ya es demasiado tarde.

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