Pros y contras

Pausa y desazón

Había una necesidad ineludible de salir a la calle y de ver gente. Y resulta que nos hemos dedicado a hacer colas en las librerías

Colas en los jardinets de Gràcia, en la 'diada' de Sant Jordi

Colas en los jardinets de Gràcia, en la 'diada' de Sant Jordi / Jordi Cotrina

Josep Maria Fonalleras

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Hay estudios científicos (más o menos científicos) que prevén una eclosión festiva, e incluso sexual, un notable relajación de las costumbres, cuando se termine todo esto de la pandemia. Las comparaciones con el siglo XX parecen anunciar un paralelismo con los 'Golden Twenties' o los 'Roaring Twenties', o como queramos llamar a esos años que vienen después de crisis colosales, después de las guerras y la devastación. No sé si será así, pero, en cualquier caso, la primera cata del desenfreno, todavía sometidos a las privaciones, ha sido el día de Sant Jordi.

Este nuestro país es raro. Había una necesidad ineludible, perentoria, insaciable, de salir a la calle y de ver gente, de percibir un ambiente diferente. De respirar, en suma. Y resulta que nos hemos dedicado a hacer colas en las librerías para comprar libros, incluso con la voluntad de leerlos. Somos muy civilizados. La cola es pausa y dilación de la desazón, un ejercicio de contención. En lugar de conquistar las calles con el desenfreno que se anuncia, hemos preferido volver a elles con una metafórica cola para recuperar el perfume de las cosas elementales que teníamos guardado vete a saber en qué armario. 

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