Pactos nacionales

¿Qué se espera de Pere Aragonès?

Junts por Catalunya debe actuar con el patriotismo del que alardean y responder con la misma nitidez con que el republicanismo les otorgó la investidura en diciembre de 2017

Pere Aragonès

Pere Aragonès / EFE / Toni Albir

Joan Tardà

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Que quede dicho, de entrada, que el independentismo tardaría en recuperarse del fracaso que representaría que Pere Aragonès no fuera investido presidente. El comportamiento de Junts per Catalunya aparece como un monumento a un tacticismo interesado (e irresponsable) abonado a los zigzags (manifestados en público y en privado) entre ir deshojando la margarita sobre la presencia o no en un Ejecutivo independentista y una nueva convocatoria electoral.

Justo es decir que, en este último caso, difícilmente el independentismo volvería a disfrutar de una correlación de fuerzas igual, atendiendo al hecho de que la indignación de una buena parte de sus votantes, desencantados e incluso rencorosos, se transformaría en deserción en las urnas. De igual manera que alejaría aún más al electorado todavía no independentista porque la anomalía en que vivimos reclama diligencia en la resolución de los déficits. Y no demora.

Como a estas alturas buena parte del mal ya está hecho, desterrar el mal mayor de una nueva convocatoria electoral pasa a ser fundamental, razón por la cual es evidente que el rol del independentismo pragmático que ha asumido Pere Aragonès le tiene que obligar a insistir en la necesidad de que Junts por Catalunya actúe con el patriotismo del que alardean y respondan con la misma nitidez con que el republicanismo les otorgó, como ganadores, la investidura en diciembre de 2017 y asumió 'conselleries' de gran envergadura bajo la presidencia de Quim Torra.

La judicialización del proceso ha comportado que Pere Aragonès se convierta en presidente de Catalunya. Ni estaba previsto ni, muy seguramente, él nunca se lo hubiera imaginado. ¡No importa, bienvenido sea! Los tiempos actuales no reclaman que los gobiernos se conviertan en productores de ideología, tan necesaria por otra parte a la hora de acompañar las hojas de ruta. Este papel, imprescindible para el éxito de las izquierdas, corresponderá, en todo caso, a los partidos políticos aglutinadores de ciudadanos que comparten unos ideales concretos. Razón por la cual seguro que será fundamental para Esquerra Republicana que Oriol Junqueras en los próximos años se erija en su Xabier Arzallus.

Las formas de vida actual, encapsuladas en el mundo digital global, tienden a convertir en frágiles las adhesiones emocionales a los dirigentes como fácil resulta cambiar de opinión política a las personas debido a los mayores niveles de socialización de la cultura y al trepidante acceso a la información. La reconstrucción de la Catalunya pospandémica, la desjudicialización del 'procés' y la conquista democrática de un escenario de diálogo y negociación de un acuerdo que permita la resolución democrática del conflicto Catalunya-España desde una catalanidad compartida por la ciudadanía catalana independentista y la no independentista tendrían que convertir a Pere Aragonès, ligero de equipaje partidista, en el presidente más adecuado a las necesidades de un guion incuestionable.

Pactos nacionales

Efectivamente, no puede existir un futuro de progreso sin el logro (¡inmediato!) de grandes acuerdos entre la mayoría de las fuerzas políticas, por lo cual será imprescindible el retorno a los pactos nacionales (acuñados durante el Tripartito), que alcancen una política fiscal progresista, el refuerzo de las paredes maestras del estado del bienestar, la socialización del usufructo de la vivienda, la política industrial y la transición ecológica, la gobernanza, los derechos civiles asociados a la población recién llegada y cómo salvaguardamos el uso social de la lengua catalana. Conjunto de prioridades que convierte en imprescindible no dejarse condicionar por el independentismo que desmerece la necesidad de tener una presencia colaborativa en la política española atendiendo a lo imprescindible de rentabilizar de mejor manera la inyección económica europea.

Pragmatismo, en definitiva, que requiere valentía y coraje para superar todo tipo de sectarismos, para romper moldes y aspirar a ganar el respeto y el reconocimiento de la oposición. Un camino lleno de enormes dificultades porque tampoco hay que engañarnos: lograr un escenario de diálogo con el Estado exigirá al independentismo ser capaz de forzar el PSOE a la negociación, lograr acuerdos y consolidar escenarios suficientemente favorables como para que sean ejecutados. En definitiva, una verdadera conquista democrática, de la cual no serán ajenas imprescindibles movilizaciones populares o de desobediencia civil, tensiones gubernamentales, así como respuestas imprevisibles de sectores refractarios del aparato del Estado.

En definitiva, escenarios de crisis para un Gobierno que podrá encarar las dificultades con mayor éxito cuanto más se abone el nuevo presidente Aragonès al pragmatismo y a la cultura del no bloqueo con el resto de fuerzas políticas de tradición democrática.

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