Cambio de tendencia
Minerales críticos y geopolítica
Hoy en día, asegurar la cadena de suministro de las materias primas necesarias para las tecnologías energéticas 'limpias' constituye una prioridad estratégica
Mariano Marzo
Catedrático emérito de la Universitat de Barcelona (Facultat de Ciències de la Terra).
Mariano Marzo
Frente a la amenaza del cambio climático, muchos gobiernos se han comprometido a electrificar el sistema energético y a descarbonizar el suministro de electricidad de sus países. Esta tendencia está provocando una mayor demanda de fuentes de electricidad bajas en emisiones de carbono y de tecnologías de almacenamiento energético, lo que, a su vez, ha aumentado la demanda de ciertos minerales que resultan esenciales para dichas tecnologías. Según un estudio del Banco Mundial, si las tecnologías de energías 'limpias' se desplegaran al nivel requerido para cumplir los objetivos del Acuerdo de París, la demanda de minerales y elementos químicos necesarios para las baterías eléctricas –tales como aluminio, cobalto, litio, manganeso y níquel– podría aumentar en más de un 450% hacia mitad de siglo.
Los componentes de las tecnologías de energías 'limpias'' presentan diferentes grados de dependencia de determinados minerales, que a su vez tienen distintos perfiles de criticidad, dependiendo de factores como la volatilidad de los precios y la estabilidad de los países proveedores. Los elementos de las tierras raras, como el neodimio, el disprosio y el praseodimio, son ingredientes clave de los imanes permanentes utilizados por las turbinas eólicas. Los boratos, el galio, el germanio y el indio también son componentes importantes de los paneles solares fotovoltaicos, mientras que el cobalto y el litio son necesarios para las baterías utilizadas en los vehículos eléctricos. Aunque estos minerales se distribuyen por todo el mundo, algunos están muy concentrados en algunos países. Por ejemplo: la mitad del suministro mundial de cobalto proviene de la República Democrática del Congo; más del 80 % del de litio lo hace desde Australia, Chile y Argentina; el 60% de la oferta mundial de manganeso procede de Sudáfrica, China y Australia; y más del 85% de la de los elementos de las tierras raras proviene de China.
Hoy en día, asegurar la cadena de suministro de las materias primas necesarias para las tecnologías energéticas 'limpias' constituye una prioridad estratégica. No solo porque puede afectar al ritmo de despliegue de tales tecnologías, sino, también, porque estas se han convertido en la última frontera de las rivalidades geoeconómicas planteadas por la competitiva industria de China. Este país ya no es un simple productor mineral o ensamblador de componentes, sino que se ha convertido en un fabricante de mayor valor añadido, lo que requiere un volumen creciente de minerales y metales que resultan clave para las transiciones energética y digital. Un hecho que está añadiendo presión a las cadenas de suministro de otras grandes economías, particularmente de aquellas dependientes de las importaciones de minerales críticos.
La fuerte dependencia que los países occidentales tienen de China, en algo tan vital como los minerales de las tierras raras, constituye una vulnerabilidad que puede ser fácilmente explotada en caso de enfrentamiento
Por otra parte, China sabe que el control de las cadenas de suministro de tales minerales constituye una importante palanca geopolítica. A este respecto, resulta ilustrativo recordar cómo en 2019, durante una de las fases más agudas de la guerra comercial entre EEUU y China, el presidente Xi Jinping realizó una visita, oportunamente publicitada, a una instalación de procesamiento de tierras raras en la provincia de Jiangxi, que fue inmediatamente interpretada como un mensaje a EEUU en la medida que evocaba el embargo de las exportaciones de estas materias primas a Japón, decretada unilateralmente por China en 2010 por una disputa territorial. Y en abril de 2020, Xi Jinping insistía sobre la necesidad de reforzar la dependencia que las cadenas de suministro globales tienen de China, así como de "desarrollar poderosas capacidades de represalia y disuasión frente a cortes de suministro por parte de países extranjeros". Unas declaraciones que han acrecentado la preocupación de los gobiernos occidentales, ya que la fuerte dependencia que sus países tienen de China, en algo tan vital como los minerales de las tierras raras, constituye una vulnerabilidad que puede ser fácilmente explotada en caso de enfrentamiento. Dichos gobiernos, entre ellos los de la UE, tienen claramente identificados los minerales necesarios para su seguridad económica y nacional. Pero conseguirlos y/o asegurarse su suministro es harina de otro costal.
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