Ágora

Crisis y solución: a 90 años de la Segunda República

La experiencia de la Segunda República y sus valores deben ser rescatados

Acto de conmemoración del aniversario de la Segunda República

Acto de conmemoración del aniversario de la Segunda República / Paolo Aguilar / Efe

Jéssica Albiach

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Cumplimos 90 años de la Segunda República, en un momento en el que cabalgamos distintas crisis solapadas, como ya diagnosticamos todas las fuerzas políticas, de cualquier signo posible. Poco a celebrar, por tanto. Desde una crisis sanitaria, social y económica sin precedentes a un conflicto nacional encallado y un auge de la extrema derecha que ha hecho girar la agenda y el tablero político hacia posiciones cada vez más reaccionarias.   

Al mismo tiempo, vivimos un hecho inédito desde 1978: la crisis de la monarquía avanza debido a su ritmo de escándalos de corrupción. 

Decía el historiador e hispanista estadounidense Gabriel Jackson en 'La República española y la guerra civil' que «España era en 1930, simultáneamente, una monarquía moribunda, un país de desarrollo económico muy desigual y un campo de batalla de ardientes corrientes políticas e intelectuales contrarias». La historia no se repite, pero rima. No sostengo que estemos a las puertas de una tercera experiencia republicana, pero la crisis del sistema político está lejos de cerrarse. Estos próximos años nos jugamos las próximas décadas e incluso el futuro del planeta y la Humanidad. Lo hemos visto durante la pandemia y lo seguiremos viendo con la crisis climática. ¿Seremos capaces de construir un mundo más igualitario y con más libertad para todas o nos veremos abocados al desastre?

Es necesaria una nueva Generalitat republicana con la base en la justicia social

Creo, humildemente, que aquí la experiencia de la Segunda República, y los principios y valores que la promovieron, debe ser rescatados. Nos recuerda que el momento de hacer historia por parte de la mayoría de nuestro país no comenzó, ni acabó en 1978, y nos motiva para transformar las aspiraciones republicanas de hoy en la alternativa de mañana. 

Unas aspiraciones republicanas que conocemos bien en Catalunya, donde el rechazo a la institución monárquica es un consenso de país, y que están haciendo avanzar socialmente posiciones progresistas en el ámbito de la educación, la sanidad o la fiscalidad. Solo así se explica que el que fue el gurú económico de Convergència, Mas-Colell, se haya convertido a la socialdemocracia o desde En Comú Podem fuésemos capaces de conseguir el año pasado la reforma fiscal más ambiciosa y progresista en una década. Pero no es tiempo para el conformismo. 

Por ello, por todas y todos venimos planteando la necesidad de una nueva Generalitat republicana que actualice el programa de la Segunda República. De la misma manera que dimos un paso de gigante en el derecho a la educación, hoy debemos luchar contra los privilegios y terminar con la segregación escolar. La nueva Generalitat republicana debe blindar la sanidad pública y no caer en viejos errores de mercantilizar la vida. La nueva Generalitat republicana debe construir la sociedad con la base de la justicia social y garantizando derechos como el de la vivienda. La nueva Generalitat republicana debe ser verde porque la república fue sinónimo de modernidad, ciencia e innovación. No podemos dejar pasar la oportunidad de los Fondos Europeos y seguir a la cola en energías renovables. La nueva Generalitat republicana debe ser feminista porque, como la Segunda República, sabe que la igualdad de las mujeres está ligada al progreso de la Humanidad. La nueva Generalitat republicana debe ser fraterna con el resto de pueblos porque sabe, como el catalanismo ha sabido siempre, que la lucha por la república y por el derecho de autodeterminación son la misma lucha. ¿Por qué nos deberíamos conformar con menos?